"La discusión sobre los orígenes del Parkinson a menudo se enmarca como una dicotomía: o bien todos los casos empiezan en el intestino o bien todos los casos empiezan en el cerebro. Sin embargo, mucha de la evidencia científica parece compatible con ambas interpretaciones. Por lo tanto, necesitamos considerar la posibilidad de que ambos escenarios sean ciertos", explica una de las autoras del estudio, Nathalie Van Den Berge, del Departamento de Medicina Clínica de la Universidad de Aarhus (Dinamarca).
Muchos estudios de autopsia de cerebros de pacientes con Parkinson han apuntado que la enfermedad puede comenzar en el sistema nervioso periférico del intestino y la nariz, propagándose a través de los nervios hasta el cerebro. "Sin embargo, no todos los estudios de autopsia están de acuerdo con esta interpretación. En algunos casos, los cerebros no contienen patología en los importantes 'puntos de entrada' al cerebro, como el núcleo vago dorsal en la parte inferior del tronco encefálico", detalla otro de los autores, Per Borghammer.
La revisión de estos autores resume la evidencia existente de los estudios de imagen en humanos y los estudios de tejidos en humanos y modelos animales. Los estudios de imagen e histología son generalmente compatibles con la hipótesis de los científicos. Si esta idea es correcta, el Parkinson es más complejo de lo que se pensaba originalmente. Si la enfermedad comienza en el intestino solo en una parte de los pacientes, es probable que las terapias dirigidas al intestino solo sean efectivas para algunos pacientes, pero no para aquellos en los que la enfermedad comienza en el propio cerebro.
"Si esta hipótesis es correcta, necesitamos intensificar la investigación para comprender los factores de riesgo y los factores desencadenantes de estos dos subtipos. Es probable que estos diferentes tipos de Parkinson necesiten diferentes estrategias de tratamiento", apunta Borghammer.
El investigador avanza que podría ser posible prevenir el Parkinson de tipo 'intestinal' mediante tratamientos en el intestino, como los probióticos, los trasplantes fecales y los tratamientos antiinflamatorios. Sin embargo, es posible que estas estrategias no funcionen con respecto al tratamiento y la prevención del tipo de enfermedad 'cerebral'. "Por lo tanto, se requerirá una estrategia de tratamiento personalizada, y debemos ser capaces de identificar estos subtipos de Parkinson en cada paciente", argumenta.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno de progresión lenta que afecta al movimiento, el control muscular y el equilibrio. Es el segundo trastorno neurodegenerativo relacionado con la edad que afecta a alrededor del tres por ciento de la población a la edad de 65 años y hasta el cinco por ciento de los individuos mayores de 85 años.
Durante el siglo XX, se pensó que el Parkinson era principalmente un trastorno cerebral caracterizado principalmente por la pérdida de neuronas dopaminérgicas pigmentadas que residían en la sustancia negra, una estructura de ganglios basales situada en el cerebro medio que desempeña un papel importante en la recompensa y el movimiento. En los últimos años, ha quedado claro que el Parkinson es muy variado y probablemente se compone de varios subtipos.