El cuestionario sido respondido por 849 pacientes entre los meses de mayo y noviembre de 2019 y ha tenido como finalidad entender cómo se enfrentan a esta enfermedad tanto los pacientes que la sufren como sus cuidadores, su conocimiento sobre el ictus y las preocupaciones e incertidumbres que acusan desde la fase aguda hasta el regreso al domicilio y posterior convivencia.
Sus conclusiones permitirán avanzar hacia unos mejores resultados en salud a través de un mayor conocimiento de su situación, y permitirán poner en marcha iniciativas que den solución a estas necesidades no cubiertas.
En los últimos años se han logrado grandes avances que han permitido mejorar el pronóstico funcional de los pacientes bajo la premisa fundamental de que el control de factores de riesgo y una actuación en las primeras horas tras el ictus son de vital importancia tanto para minimizar su incidencia como su impacto negativo sobre la calidad de vida posterior del paciente.
Sin embargo, a pesar de la realización de numerosas campañas de concienciación, los datos revelan que un 12 por ciento de pacientes esperaron más de cuatro horas para buscar atención médica. Además, un 54 por ciento de los participantes no había recibido ninguna información previa acerca de esta enfermedad antes del ictus, solo un 22 por ciento sabía reconocer sus síntomas y apenas un 12 por ciento sabían cómo proceder ante un episodio de este tipo.
"Pese a las distintas campañas de educación sanitaria, el ictus sigue siendo bastante desconocido para la población, no reconocen adecuadamente sus síntomas y la necesidad de atención urgente. Es necesario buscar nuevas formas de hacer llegar esta información, desde las escuelas y las universidades, las empresas, los centros de salud o los medios de comunicación", ha dicho la coordinadora de investigación en ictus del Hospital Vall d'Hebron y del Grupo de Estudio Neurovascular de la SEDENE Sociedad Española de Enfermería Neurológica (GENSEDENE), Estela Sanjuan.
Asimismo, la presidenta de la Federación Española del Ictus (FEI), Carmen Aleix, ha detallado que desde esta institución se promueve el desarrollo de programas de investigación, divulgación, colaboración y estudio que favorezcan el mejor conocimiento y cooperación entre las diferentes entidades sanitarias y sociales implicadas, así como con las administraciones.
Según datos proporcionados por la Sociedad Española de Neurología (SEN), en nuestro país actualmente unas 350.000 personas que han padecido un ictus presentan alguna limitación en su capacidad funcional como consecuencia de este.
Si se comparan sus secuelas con las de otras enfermedades crónicas, las personas que han padecido un ictus tienen una peor percepción de su estado de salud, presentan un mayor riesgo de problemas mentales y se ven más afectados en las distintas dimensiones de la calidad de vida, especialmente en aquellas referentes a la movilidad, la realización de actividades cotidianas y en la sensación de dolor o malestar.
"Las alteraciones del ánimo, como depresión, pueden dificultar la recuperación en pacientes en tratamiento de rehabilitación, por lo que es necesario evaluar si el paciente requiere un seguimiento neuropsicológico, un tratamiento antidepresivo, así como detectar sobrecarga del cuidador principal", ha apostillado la doctora Sanjuan.
Por otra parte, un 71 por ciento de los participantes en la encuesta #ABLAMOS indicó que su estado de salud después del ictus es regular, malo o muy malo, destacando entre los aspectos en los que mostraron una mayor limitación la práctica de actividad física y deporte, la capacidad de trabajar o estudiar y para mantener el cuidado personal.
En este sentido, las necesidades de cuidados posteriores al ictus como adaptaciones en el hogar (42% de los encuestados), ingreso en residencias y centros de día (11%) o rehabilitación a nivel físico y neurológico (52%) conlleva unos costes importantes asociados tanto para el paciente como para el sistema sanitario.
EL TRATAMIENTO DEL ICTUS EN TIEMPOS DE PANDEMIA
El Covid-19 se ha convertido en la prioridad en los centros de atención sanitaria, hecho que ha obligado a reorganizar los servicios asistenciales de forma acelerada, planteando la necesidad de involucrar en mayor medida a los profesionales de Atención Primaria en el seguimiento de los pacientes con alteraciones cerebrovasculares.
Pese a que en todo momento se ha mantenido la atención a los pacientes mediante la creación de circuitos de atención segura en los hospitales, se ha observado un descenso de ingresos por ictus. "El miedo a acudir al hospital ha contribuido al retraso en el diagnóstico de las enfermedades del sistema circulatorio, donde se calcula un descenso del 35-40 por ciento", según Aleix.
Finalmente, y con el objetivo de concienciar sobre la importancia de detectar posibles episodios, desde la Sociedad Española de Enfermería Neurológica (SEDENE) se ha querido hacer un llamamiento a la población difundiendo el vídeo 'El ictus no se queda en casa'.
"Los últimos meses y seguramente los que están por venir, han supuesto un reto tanto para el personal sanitario como para los pacientes. Por ello, de acuerdo al compromiso de Boehringer Ingelheim de formar e informar a la sociedad, creemos que es de vital importancia que la población conozca los posibles síntomas de un ictus para que, ante la menor sospecha o duda, se contacte rápidamente con el servicio de emergencias 112 o se consulte con el médico para poder ganarle la batalla al ictus desde el primer minuto", ha dicho la Gerente de Medical Affairs de Boehringer Ingelheim España, Elena Gobartt.
Esta situación también ha propiciado la integración de herramientas telemáticas para la coordinación entre los distintos niveles asistenciales y la teleasistencia para disminuir los desplazamientos del paciente. "La historia clínica electrónica ha facilitado esta atención a distancia, incluso fuera del hospital, permitiendo revisar su historia clínica, registrar la visita y modificar la pauta de tratamiento si precisa", ha recalcado Sanjuan.
En este sentido, diversas sociedades científicas han puesto de manifiesto la necesidad de priorizar el uso de tratamientos anticoagulantes que no requieran el desplazamiento de los pacientes a los centros sanitarios para su control.
Sobre la coordinación entre los profesionales sanitarios implicados en el cuidado y rehabilitación de los pacientes, Sanjuan ha propuesto implementar el rol de una enfermera de práctica avanzada en ictus en todos los hospitales, que realice el seguimiento de estos pacientes y los acompañe en todo el proceso de enfermedad.