Carlos Fernández (Zamora, 1996) se convertirá en breve en el procurador más joven de las Cortes de Castilla y León, en sustitución de Inmaculada García, quien renunció a su escaño de forma precipitada por motivos personales.
Fernández Herrera se graduó en Historia del Arte y es Máster Universitario en Estudios Avanzados en esa disciplina. En la actualidad, trabaja en la Fundación Secretariado Gitano, está haciendo el doctorado en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca y un título propio de la Universidad Pública de Navarra sobre ‘Intervención social con comunidad gitana’, además de estudiar cuarto grado profesional de Canto en el Conservatorio de Zamora.
La procuradora de mayor edad de las Cortes recibe, de repente, el relevo del que va a ser el procurador más joven.
Sí. Ha sido una sorpresa, por supuesto, pero bastante agridulce. Nadie esperaba que esto fuera así e Inmaculada García, además de ser una extraordinaria compañera de partido, es una amiga y me habría gustado poder compartir el trabajo en las Cortes de Castilla y León con ella. Las circunstancias se han dado así y hay que afrontarlas como vienen.
La situación precipitada por los acontecimientos no es la mejor para acceder al cargo.
Claro que no. A nadie le gusta la situación que se ha dado y que una persona tan importante para el partido como es Inma haya tenido que dejar el escaño. Estamos todos con esa sensación amarga pero hay que superar esta circunstancia, asumir las cosas como vienen y con todas las consecuencias, tal y como ha hecho Inma, con una responsabilidad como para quitarse el sombrero.
¿Le parece la política demasiado exigente con determinados comportamientos personales y demasiado indulgente con las promesas electorales incumplidas?
Creo que hay una percepción bastante manida de lo que es la política. No se puede generalizar pero ha habido situaciones que pueden ayudar a entender que la gente tenga una mala percepción de los políticos. Tantos casos, particularmente en la época del Gobierno de Rajoy y con todo el tema de la Gürtel, es comprensible que la gente se haya desentendido de la política. Pero, al final, esas personas públicas deben representar a la sociedad que, democráticamente, les han elegido. Evidentemente, no tiene que ser una persona perfecta, sino una buena persona y que piense en los demás.
¿Es comparable la exposición pública a la política con la exposición a la música?
Bueno, cuando cantas, sabes lo que vas a cantar pero en la política hay que adaptarse rápidamente. Puedes trabarte al hablar pero el miedo escénico, poco a poco, se va superando.
¿Cómo se metió en estos líos?
Pues eso digo yo. (Risas). Con quince años, tenía muchas inquietudes, especialmente políticas. No entendía por qué el Gobierno de España, que presidía Mariano Rajoy en aquel momento, hacía las cosas que hacía. El Partido Socialista me gustaba y Rubalcaba, que era el secretario general, también, y pensé en buscar la organización que me permitiera acercarme al PSOE. Evidentemente, con esa edad, sin ninguna intención más allá de compartir mis ideales con personas que sintiera y pensara lo mismo que yo. Me afilié a Juventudes Socialistas y, con 18 años, al PSOE y tuve la suerte de encontrar a gente maravillosa con la que poder compartir ideales. La situación fue evolucionando y aquí estamos.
¿Le desagrada que se aluda constantemente al camino que abre como político de origen gitano?
Entiendo que eso ayuda a romper los estereotipos. Al final, yo siempre he dicho que todos somos personas. Ese es el fundamento del que partimos, aunque también es cierto que se ha asociado la palabra ‘gitano’ durante mucho tiempo a algo malo y que, cuando pasan cosas buenas y que se salen del patrón social habitual, me parece necesario ponerlo en valor. No porque lo haga yo, claro, sino por que lo hagan todas las personas gitanas que rompen, poco a poco, ese estereotipo que no nos representa. Hay que ensalzar el papel que hacen porque, en ocasiones, ambas partes han aceptado que los estereotipos son una realidad y se han admitido como ciertos.
¿Cree que la sociedad no se preocupa por los matices?
Es que lo comúnmente aceptado tiene sus peligros. Por ejemplo, durante mucho tiempo, se han visto en los medios de comunicación titulares en los que se alude a ‘una pelea entre personas de etnia gitana’ cuando, si no son gitanos, no se menciona ni su etnia ni su origen. Eso agrava los estereotipos y contribuye a demonizar la imagen del pueblo gitano.
¿Ha padecido alguna injusticia por ser gitano?
En parte, sí, aunque no puedo decir que haya sufrido la idea tradicional de racismo. He tenido que escuchar cosas como ‘Ah, pues no pareces gitano’ o ‘No hablas como un gitano’. Y yo siempre pregunto lo que tengo que ser o parecer. Cuando eres pequeño, te cuestionas cómo tienes que ser y te invisibilizas y te justificas por estudiar una carrera o por cualquier cosa. Si tienes una mala nota, pobrecito, que eres gitano y, si es buena, qué buen gitano eres. Seré buen estudiante y punto. Como muchos otros jóvenes gitanos, que han seguido un camino distinto al estereotipado, me he visto en ese tipo de situaciones.
En Zamora hay en torno a un millar de personas de origen gitano. ¿Se siente representativo del perfil del gitano moderno en la provincia?
Es muy difícil afirmar algo así porque la comunidad gitana es tremendamente diversa. Todo ha ido cambiando para bien, especialmente en el campo de la educación, que es el motor de cambio de la población gitana, al menos, aquí y de momento. Lo más importante es no aceptar determinadas cuestiones como propias. Yo he escuchado que ‘estudiar no es de gitanos’ desde un lado y desde otro pero ¿qué es de gitanos? Estudiar es de personas, sin importar país de origen ni etnia. Evidentemente, queda mucho por hacer. Ahora mismo, modernizar es seguir el ritmo educativo y, especialmente, apuntar a la igualdad de oportunidades, que es uno de los objetivos que se buscan desde entidades como la Fundación Secretariado Gitano, que es donde trabajo actualmente, en el área de Empleo.
El tópico que no se le puede quitar es el de que los gitanos son buenos artistas.
No, no. (Risas). Ese es un tópico muy positivo.
Como tenor, lleva la voz hasta sus últimas consecuencias pero con una técnica muy distinta a la que exige el flamenco.
Es verdad. La técnica del flamenco es increíble. Es una expresión del alma desgarradora que, propiamente dicha, es la antítesis de la que se utiliza en la lírica. Escuchas el flamenco y la técnica parece una auténtica barbaridad bajo la óptica de la que yo estudio.
¿Cuál es su tenor de referencia?
Franco Corelli, desde luego. Mi voz es más dramática que puramente lírica, Según mis maestros, me quedan mejor los papeles de Puccini, el último Verdi o, incluso, Wagner que los papeles belcantistas.
Ya que discurre por los caminos del canto y el parlamentarismo, ¿dónde está el ‘punto de pasaje’ en la política?
Es una pregunta muy difícil. Creo que el punto de pasaje en la política está en el momento en el que te ofrecen la responsabilidad de formar parte de una lista, conforme a lo que haces, lo que piensas y a tu trabajo.
¿Cómo ve a Pedro Sánchez?
Creo que la figura de Pedro Sánchez se estudiará, en su día, como una figura rara dentro de la historia de la política española. Una persona que se tuvo que ir como secretario general por seguir sus principios y que fue capaz de renacer con un ave fénix y de llevar al PSOE tras una época electoral que iba en debacle a ser la primera fuerza y a formar un gobierno con Unidas Podemos.
¿Y a Luis Tudanca?
Luis Tudanca es una persona extraordinaria y tremendamente cercana. No tiene nada que ver con esa percepción de los políticos alejados de la realidad. El trato que he tenido con el siempre ha sido muy bueno. Como político, ha sido capaz de hacer ganar al Partido Socialista unas elecciones después de más de tres décadas en una tierra que se consideraba un feudo del Partido Popular. Conseguimos 35 escaños en las últimas elecciones, un hito en la historia reciente de la Comunidad, por el tesón y el trabajo que ha realizado. Me llamó hace tres años, unos días antes del Congreso de Castilla y León, que era en Zamora. Yo estaba con mi padre en el mercadillo, en Moraleja del Vino, colocando bragas. Mis amigos me preguntaron si se me cayeron y les dije que sí, literalmente. Luis me preguntó si quería formar parte de su ejecutiva y acepté, encantado.
¿Qué es lo primero que le gustaría poder cambiar como procurador en las Cortes autonómicas?
Por mi naturaleza de activista y como gitano que soy, me gustaría poder participar en establecer nuevas medidas específicas para acabar con la discriminación, con el racismo y con cualquier propuesta antimulticultural, además de luchar contra el machismo. Por mi formación de historiador del arte, apuesto por la promoción y el acceso a la cultura porque las manifestaciones culturales son los hechos materiales que nos quedan de todas las sociedades y debemos tener derecho a acceder y disfrutar de ellos.
Carlos Fernández, procurador por Zamora: “Me gustaría participar en acabar con la discriminación y el racismo"
El zamorano se convertirá en el parlamentario más joven de las Cortes de Castilla y León tras la renuncia de Inmaculada García.
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