La romería de la Hiniesta es una de las fiestas de mayor tradición entre los zamoranos y a pesar de que este año se ha visto truncada por el coronavirus, cientos de ciudadanos viven hoy el día festivo desde el corazón y los recuerdos.
Algunos como David Gago, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Zamora y profesor de Geografía e Historia, ha aprovechado la ocasión para dar a conocer a través de las redes sociales algunas de las asombrosas anécdotas históricas que rodean a esta romería que celebraría este lunes su 730 edición.
Así, entre otras cosas, Gago recuerda que la tradición cuenta que la Virgen de la Concha llega a Zamora en el año 1062 procedente de Palencia, viene como patrona del gremio de laneros en una de las repoblaciones que tuvo Zamora y que se instalarían en el barrio de ‘La Lana’ cuya iglesia estará dedicada a San Antolín, actual patrón de Palencia. La tradición dice que la Concha estaba en el sepulcro del santo palentino.
Gago resalta que en el año 1071 la tradición cuenta que Urraca fundó la actual Cofradía de Nª Sª de San Antolín, hoy conocemos como “La Concha” y es declarada Patrona. “¿Sabéis el objetivo de la cofradía? Ir a rezar por el alma del Rey Sancho II hasta el lugar donde murió”, incide.
En 1291 la historia dice que aparece bajo una hiniesta una imagen de la Virgen y en ese lugar Sancho IV manda construir un santuario y entre que se construye y no, la imagen encontrada se lleva a la iglesia de San Antolín.
Cuando se termina de construir la iglesia, llevan la imagen encontrada en procesión y La Concha la acompaña hasta el pueblo de La Hiniesta. Esa fue la primera Romería a La Hiniesta. “730 años después seguimos haciendo prácticamente lo mismo”, destaca David Gago.
Pero el concejal del PSOE va más allá y recuerda los sucesos de 1495, “tal vez los más sorprendentes” ya que “¿qué ocurrió para que toda la ciudad fuera condenada a algo parecido a la excomunión a cuenta de la procesión de ese año?”.
Pues tal día como hoy del año 1495 la romería salió a las 5 de la mañana de San Antolín, con seña y pendón, cargada por sacerdotes y acompañada una representación de Santiago, es decir, una persona disfrazada que iba ofreciendo guindas a los cofrades.
En aquellos tiempos ya preveían que algunos cofrades robaran las uvas de las viñas en el camino a La Hiniesta, por eso la Cofradía penalizaba con multas de medio real para los que tuvieran la mano larga o se desviaran del camino.
En La Hiniesta, se daría la vuelta a la iglesia por la derecha, como manda la tradición y una vez almorzados, volverían para la Zamora haciendo parada en la Ermita de Valderrey.
La procesión atravesó el carrascal de Valorio, un bosque muy apreciado por los reyes como zona de caza. Nadie esperaba lo que ocurriría en la ermita de San Marcos, hoy desparecida, en la entrada de Valorio.
Parece que habían depositado las armas durante la romería en unos caballos y que al llegar a San Marcos las tomaron de nuevo con gran jaleo, “catando y desnudando” a las mujeres, causando una gran perturbación en la procesión.
Espadas en alto, lanzas que vuelan, mujeres agredidas, el que va disfrazado de Santiago corriendo y gritando y una lanza que impacta contra la Virgen, cayendo al suelo y rompiéndose corona y mano.
Todo esto motivó una severa sanción: el “entredicho” (parecido a la excomunión) de la ciudad entera. Es de suponer que, en aquella época, una condena al infierno (en el que todos creían sin dudar), sería una desgracia que había que evitar.
Imaginad a Isabel la Católica escandalizada por lo que escuchaba y ordenando una investigación urgente. Juan Cuero se encargará de dar con los responsables, aunque los zamoranos seguirían privados de poder ir a misa y comulgar ¡en aquella época!
La ciudad de Zamora mandaría a Salamanca al funcionario Andrés Canelas, para pagar 300 maravedíes y levantar el entredicho que pesaba ante el representante del Arzobispado de Santiago de Compostela, algo que parece sucedió el 1 de julio de 1495.
Así se cerró la 204 Romería de la Hiniesta, con una Virgen en trozos, los pobres cofrades amenazados para que no delataran a nadie y una ciudad pagando para poder ir a misa y comulgar y así no arder en el infierno.
Con este asombroso episodio cierra David Gago el día de hoy, con el que muchos zamoranos han aprendido algo más sobre la veterana romería.
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