-Hay que trabajar en una colección con mucho interés y cariño, en el caso de las motos hay que cuidarlas y mantenerlas, porque yo he montado y desmontado las mias varias veces, para cambiar piezas, para limpiarlas, porque es clave esa restauración para que tengan buena presencia y después poder participar en iniciativas tan interesantes como esta exposición.
-¿Qué es lo que más destacaría de las dos motos con sidecar que ha aportado a esta exposición?
-No tienen nada que ver una con otra, una es rusa y la otra americana. La rusa es una Dnepr MT11 del año 1991, una moto que copiaron los soviéticos de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y a la que hicieron pocas modificaciones y aún se fabrica. La americana es una Indian Chief del año 1948, está muy bien conservada y es un auténtico lujo, las dos están matriculadas y tienen la ITV pasada, es algo que disfruto mucho.
-¿Cuál fue la época dorada del sidecar en España?
-Sin duda los años 50, en la posguerra, cuando viajaba toda una familia, pero en realidad nunca tuvo mucho éxito y el coche lo eliminó por completo. Sin embargo en Francia si tuvo más recorrido, adaptaban las motos, bajaban el centro de gravedad de la moto para poder darle estabilidad con el sidecar. Pero ahora ya casi no se comercializan, tiene que ser todo por encargo y de manera muy especial.