Llegadas estas fechas en el calendario, es frecuente ver personas estornudando, frotándose los ojos o moqueando, y es que, con la primavera, es inevitable la llegada de las alergias. Los síntomas más habituales, como decíamos, son el picor de ojos, el lagrimeo, estornudos, moqueo toses o dificultades respiratorias, entre otras. Pero, ¿por qué tenemos alergia?
Tal y como explica el alergólogo Francisco Javier Muñoz Bellido, en la alergia habitualmente hay una base genética por antecedentes familiares por las que las personas alérgicas están predispuestas a tener una reacción exagerada frente a cosas que no deberían tener esa respuesta y que se deberían considerar como algo normal.
Sin embargo, la genética no es el único agente: también tiene que haber otra serie de factores que hagan que la alergia se manifieste, como la exposición ambiental. Es decir, “una persona que nunca ha tenido una picadura de una abeja no se puede hacer alérgica al veneno de una abeja. Siempre tiene que haber algún contacto previo, y cuando más contacto haya, peor”, explica el doctor.
Siempre es necesario este contacto previo, de manera que, por ejemplo, en zonas como Andalucía donde hay mucha polinización del olivo, hay mucha concentración de polen y hay más personas alérgicas al mismo: “Cuanta mayor es la presión de la exposición que tiene el paciente, más fácil es que sean alérgicos”, confirma.
Las alergias más habituales
De hecho, la alergia al polen es la más habitual en España debido al clima. Concretamente, en Zamora, la más habitual es la gramínea debido a sus temperaturas y ausencia de humedad. Sin embargo, estos mismos factores hacen que la alergia a los ácaros de polvo no sea muy habitual en la provincia, dado que esta se da en zonas de más humedad y con temperaturas entre 24 y 26 grados.
En cuanto a alimentos, el alergólogo Muñoz Bellido destaca que hay mucha variedad. Por edades, dado que la alimentación de los niños es más básica, se presentan más alergias a la leche, los huevos o el pescado. Y en adultos se añaden otros como los frutos secos o las semillas. En ese sentido, apuntaba que la internacionalización de la dieta influye para que se presenten alergias que antes no eran habituales, como es el caso del sésamo.
Tratamientos de la alergia
Esta enfermedad no tiene cura, sin embargo, con una buena atención se pueden minimizar sus síntomas. De ahí la importancia, como señala el alergólogo, de que cuando alguien sospeche una alergia que acuda al médico de cabecera para hacer una primera valoración y poder dirigirse después al especialista.
Muñoz Bellido explica que lo primero y lo fundamental en las alergias a alimentos es evitar aquellos alimentos en cuestión, aunque reconoce que no siempre es fácil porque hay que vigilar si hay trazas o revisar el etiquetado. Esta sería la parte más sencilla. Pero para aquello que no se puede evitar tener contacto, como el polvo o el polen, es necesario tener en cuenta un tratamiento farmacológico, que alivia los síntomas pero no corrige la enfermedad.
Ya en tercer lugar nos encontramos con la inmunoterapia, el único tratamiento que altera o modifica la evolución natural de la enfermedad desarrollando tolerancia. En niños, por ejemplo, cuando todavía se puede plantear la introducción del alimento de otra manera, “se hacen algunas pautas de inmunoterapia oral con algunos alimentos para irlo introduciendo poco a poco, ir controlando las reacciones que pueda haber hasta controlar la tolerancia”, explica el doctor.
Para los adultos, aunque también se hace en determinados casos, son seleccionados y no se puede decir que eso sea extensible a cualquier alergia. Hay pacientes, continúa el doctor, que se someten a inmunoterapia con una vacuna de pólenes, de ácaros o epitelios de animales y consiguen no tener síntomas o mejorar mucho en la intensidad y necesitar mucha menos cantidad de medicación.
Fármacos y nuevos métodos
Según explica Muñoz Bellido, “las vacunaciones son una de las bazas más importantes para el tratamiento”. Sin embargo, aunque es muy eficaz, es relativamente largo por el número de veces en que se debe suministrar. En los últimos años, detalla, se han desarrollado las vacunas sublinguales, antes en forma de gotas, que están demostrando ser muy eficaces. Sin embargo, a pesar de su efectividad, solo existen para algunas alergias como al polen de gramíneas o ácaros del polvo. “Si queremos vacunar para otras cosas, nos tenemos que ir a los métodos clásicos”, puntualiza.
Y aunque por el momento no tiene cura ni se puede deterger su avance, el doctor se muestra optimista: “La investigación también avanza en muchos sentidos, tanto en diagnóstico como en tratamiento. Hay algunas pautas de tratamiento que se pueden utilizar ahora que eran impensables hace 20 o 30 años”, como los tratamientos biológicos para tratar algunas patologías derivadas de la alergia, como el asma. De hecho, el propio Servicio de Alergología trabaja en el IBSAL, donde tienen varias líneas de investigación en alergia con fármacos, con alimentos o de bases genéticas.
Alergia: ¿Por qué la tenemos? ¿Cuáles son las más habituales? ¿Qué hacer para combatirla?
Se trata de una enfermedad de base genética en la que también influyen otra serie de factores como la exposición medioambiental.
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