Se trata del registro más negativo de los últimos diez años en cuanto a dianas a favor convertidas. Un mal endémico que lleva sufriendo el Zamora desde la pretemporada y que está impidiendo que la mejoría leve que partido tras partido experimenta el conjunto de Aguirre quede en nada por la negatividad de los resultados.
Ese resultadismo impide ver el crecimiento en defensa de un plantel que día tras día se acopla mejor en el juego y que tras dos encuentros sin encajar, ante el Langreo sufrió “únicamente” a balón parado. Ese resultadismo también impide ver el crecimiento en la medular de un Cristian que partido tras partido se hace más imprescindible por su trabajo, garra e intensidad que se echa de menos en algunos jugadores de vanguardia.
Y también los resultados negativos impiden ver que el Zamora tuvo ocasiones en todos los partidos de haber cambiado el rumbo. Solo en la segunda parte ante el Real Valladolid B el conjunto rojiblanco fue tremendamente inferior a su rival. En los demás, la mejoría en defensa ha sido evidente pero en el ataque se mantiene la cuenta pendiente.
En el mundo del fútbol el gol hay que pagarlo y el Zamora lo sabe bien de épocas pasadas. En las últimas temporadas, solo el ingenio o la suerte de encontrar a un diamante en bruto pueden solucionar la situación ante la falta de economía. Jona o Montero fueron los últimos jugadores que asumieron ese rol en el equipo dirigido por Roberto Aguirre. Este año aún falta por saber si hay un jugador que pueda asumir una cantidad de goles que valgan para desatascar al equipo o si por el contrario, este mal se prolongará en el tiempo y condena al Zamora a sufrir durante toda la temporada.
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