Después de viajar a Carbajosa en un partido sin demasiada historia para los intereses aurinegros, los zamoranos volvían al Ángel Nieto para medirse a un Estudiantes Lugo inmerso, como ellos, en plena lucha en la zona baja. Los gallegos, con dos victorias más que los locales, se erigían como una de las grandes finales de aquí al final del curso, por lo que recortar distancias contra ellos resultaba esencial para los zamoranos.
El Virgen de la Concha saltó a la pista con toda la artillería cargada. El equipo firmó uno de sus mejores cuartos del curso, arrollando ofensivamente y mostrando una notable eficacia desde la línea de tres. Liderados por Riverol de las Casas, el quinteto local plasmó su eficacia con diversas acciones en el poste y algunas combinaciones frente a un Lugo desquiciado y en el que varios de los jugadores se llevaron advertencias de los colegiados por protestar. La superioridad quedó reflejada en un definitivo 32-21 que llegó gracias a tres tiros libres de Robles con el tiempo ya agotado, aumentando el enfado rival y la alegría en el banquillo aurinegros.
Sin embargo, la gasolina volvió a escasear en el segundo cuarto, nota habitual en algunos partidos, y los celestes se fueron acercando lentamente. Si bien hasta el ecuador del segundo cuarto parecía estar todo bajo control, las acciones que pocos minutos antes salían sin problema comenzaban a atascarse. Mal rato por un lado y bueno de los lucenses, quienes, con Rivas, Diagne y Hermoso estropearon la tarde de un Virgen de la Concha lastrado por la defensa a pesar del buen rendimiento anotador de jugadores como Riverol de las Casas o Cubero. 54-52 al descanso y sensaciones encontradas entre los dos banquillos, con uno aumentando su moral y otro disminuyendo la suya rápidamente.
La tónica siguió in crescendo con el cansancio. Si bien los zamoranos trataron de reaccionar, los visitantes contragolpearon con rapidez para mantenerse arriba. Una situación que obligó a Nacho Domínguez a pedir tiempo muerto para tratar de remediar la situación, aunque sin eficacia alguna ya que si transcurridos poco más de dos minutos el marcador mostraba un 54-61, al final del cuarto ya reflejaba una distancia de 20 puntos con el 64-84 en contra debido, en gran parte, a un Diagne que ya atesoraba 20 puntos y a un Rivas que se marchaba a los 16.
El último cuarto comenzó de cara para el Virgen de la Concha con dos triples casi seguidos. Un pequeño halo de esperanza para un equipo lastrado por su rendimiento en la pintura y la falta de rotación. Las malas noticias no quedaron ahí, ya que al borde de la mitad del cuarto salió de la pista cojeando y ayudado por sus compañeros Queralt-Lortzing tras un golpe en una acción defensiva. Mala tarde zamorana, pues a falta de cinco minutos para el final el rival ya se marchaba a los 100 puntos. Desventaja que siguió aumentando a pesar de alguna buena acción defensiva de jugadores como Mbowe o Mifumu, pero que no sirvieron para recortar distancias con un rival directo y que se marchó del pabellón Ángel Nieto con un contundente 87-113.
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