El 10 de mayo de 2014 está marcado en rojo en la memoria de los seguidores del balonmano en Zamora. En dicha fecha, el club pistacho lograba su primer ascenso a Liga Asobal tras imponerse en el pabellón de La Albericia a los cántabros del Balonmano Sinfín en un duelo para la posteridad del deporte zamorano. Un resultado final de 27-37 que se traducía en un paso de gigante para la historia del equipo.
Si bien es cierto que el curso comenzó con la mira puesta en salvarse tras aterrizar en la División de Honor Plata desde la Primera Nacional, el transcurso de la temporada permitió a cuerpo técnico y plantilla despojarse de tensiones y liberarse para disfrutar del curso en el segundo escalón competitivo del balonmano español. Tal fue la dinámica positiva de los zamoranos que no solo se logró ascender, sino que se hizo de manera directa sin tener que pasar por las eliminatorias que suelen ser un camino arduo y pedregoso al darse tras una larga competición y con todas las plantillas rindiendo al máximo.
La visita a Santander ya comenzó bien para los intereses pistachos. En la primera media hora de partido el equipo visitante ya dominaba en el marcador, logrando distanciarse incluso en seis tantos lejos de su feudo y a pesar de jugar con la tensión de saber lo que podría implicar el sumar un triunfo en aquel lugar de la capital cántabra, siempre y cuando Benidorm y Alcobendas cumplieran en sus respectivos duelos.
Con García Valiente en el banquillo, los jugadores únicamente titubearon al regresar del vestuario, un lapso de tiempo que no se tradujo en un golpe real ya que el Balonmano Sinfín solo logró un parcial de 2-0. Golpe encajado y, de nuevo, vista al frente de los zamoranos. La renta volvió a aumentar y permitió a los aficionados respirar más tranquilos en medio de una tarde repleta de emociones y sentimientos de euforia y ansiedad a la par.
El choque se saldó con un amplio 27-37 a favor de los jugadores de García Valiente, quienes festejaron con la boca pequeña hasta que un minuto después, por eso de la falta de coordinación entre dos partidos distintos, se conoció lo que había terminado de pasar en Benidorm. Saltos de alegría, celebraciones de todos los colores y lágrimas de felicidad en el parqué y en la grada. Dos grupos que se convirtieron en uno solo para festejar la llegada de la ciudad de Zamora a Asobal.
Ahora, en 2020 y seis años después, la afición del Balonmano Zamora ha seguido disfrutando este año de Iñaki, Octavio, Guille, Fer, Jortos y Posado. Seis figuras que estuvieron aquella tarde en Santander jugando en la pista y, posteriormente, celebrando la consecución de un sueño que no se vislumbraba al comienzo de competición pero que terminó siendo un regalo merecido para una plantilla que demostró en cada uno de los puntos de la geografía española que visitó su papel como revelación.
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