Corría el minuto 95 de partido entre la Segoviana y el Zamora en La Albuera. Los locales ganaban 1-0 y ya tenían el trofeo de la presa preparado para colgar en la pared. Iba a ser el primer equipo en ganar al Zamora en liga regular desde hacía más de un año. Un mérito reseñable y que la afición jaleaba desde la grada.
Después de una segunda parte en la que se produjeron los seis cambios y la Segoviana jugó sus bazas perdiendo, de manera entendible y justificada, todo el tiempo posible, el árbitro cobraba seis minutos de añadido. Y fue ahí, en ese tiempo agónico, donde el Zamora renació. El Zamora es un grande de la categoría y también se demuestra en partidos como el de este miércoles. Fue el peor Zamora del curso, con diferencia. Pero pese a que los de Movilla ofrecieron su peor versión, llegaron con vida al tramo final.
Nunca se puede dar por muerto a este Zamora. El peor Zamora fue capaz de empatarle a una de las mejores versiones de la Segoviana que se recordaban esta campaña. No tanto en cuando a juego, pero el derroche físico, la intensidad, las ganas de ganar, el ímpetu, la solidaridad en el esfuerzo, el rigor táctico, la defensa impenetrable de la Segoviana fueron aspectos en los que doblegó de forma abrumadora a un Zamora incapaz.
Ya al descanso la Segoviana iba por delante. Conde avanzaba a los suyos en un primer tiempo en el que el Zamora recibió tres ataques claros de gol y tan solo fue capaz de generar peligro en un disparo de Valentín que se marchó por encima del larguero. La superioridad de la Segoviana fue manifiesta en todos los aspectos y el descanso debía ser un punto de inflexión para el Zamora.
Tras el asueto, la Segoviana apostó por echarse atrás, dejar mucho terreno del Zamora, hacer un repliegue defensivo más propio de equipo pequeño. Pero esa decisión, lejos de ser negativa y de equipo pequeño, estaba perfectamente madurada y estudiada. Los de Movilla no lograron en ningún momento abrir huecos en un defensa poblada y bien ordenada, y a la contra los azulgranas pudieron sentenciar. Pero ahí estuvo la clave.
Los locales no hicieron el segundo y dejaron a los zamoranos con un halo de vida. Fue en los últimos instantes, cuando el Zamora tiró de empuje, cuando gozó de dos ocasiones muy claras. En la primera un defensa sacaba sobre la línea un disparo a quemarropa y en la segunda Zotes se convertía en el salvador del equipo con un gol en el 95.
Fue un gol que demuestra la fe inquebrantable de un Zamora que cuajando un mal partido fue capaz de empatarle al segundo mejor equipo de la liga. Eso sí, es un aviso a navegantes. Movilla ya lo advirtió, no será un paseo militar. Alarmas por el reparto de puntos, ninguna. Preocupaciones por el empate, cero. Pero este tipo de partidos ayudan a bajar a la tierra a propios y a extraños, que nunca está de más.