El Balonmano Zamora volvió a ser este sábado el de las grandes tardes en el Ángel Nieto. No estaban ni Octavio ni Maide, pero el equipo mostró un funcionamiento coral, sobresaliendo por encima del resto el trabajo de jugadores como Ramiro, Gastón o Jaime González, que en esta temporada están dando un descarado paso adelante.
La contienda comenzó con intercambio de golpes. Las dos escuadras se respetaban en el inicio y a un gol zamorano respondía una diana cordobesa; y a la inversa. Los dos conjuntos iban entrando poco a poco en juego y la afición entraba, igualmente, poco a poco en ambiente. Leo Álvarez volvió a solventar la escasez de centrales con un juego muy fluido, móvil y a veces anárquico para la grada, pero la realidad es que el BM Zamora tenía claro el guion de encuentro.
No fue hasta los últimos cinco minutos cuando el partido se rompió. La escuadra de Leo Álvarez gestionó mejor los momentos de tensión, los vaivenes arbitrales y las situaciones en superioridad/inferioridad. Además, después de una tarde aciaga desde el punto de penalti, Gastón anotaba un lanzamiento desde el penal, que acompañaba con otros dos tantos, para llevar a su equipo al descanso por delante 14-11.
Ese final frenético se multiplicó en el arranque de la segunda mitad. Los zamoranos salieron como ciclón a la cancha y consiguieron un parcial vertiginoso de 6-0 en apenas cinco minutos. El técnico cordobés se veía obligado a detener la hemorragia que estaba sufriendo su equipo, pero para entonces los pistacho ya navegaban en una distancia de diez goles. Una diferencia que los de Leo Álvarez tenían que guardar como oro en paño por si venía un bajón lógico en lo físico. Y es que pese a tener un equipo corto y lastrado por las lesiones, el Rutas del Vino plantó un choque a tumba abierta para sacar de punto a la veterana plantilla de Córdoba.
Los minutos pasaban y al ecuador del segundo acto la diferencia seguía rondando las ocho dianas a favor de un BM Zamora que además divertía a la grada. Ramiro y Gastón estaban ofreciendo un recital y junto a ellos acompañaba el resto del plantel al unísono para empujar en pos de la victoria. Decía Leo Álvarez en la previa que los andaluces eran un equipo incómodo si el partido se iba a un marcador alto y quedó corroborado. Los pistacho se catapultaban en el luminoso y a falta de ocho minutos para el final alcanzaban las treinta dianas.
El tramo final fue de perfecta comunión entre la grada y el equipo, que seguía gustándose, sin dar ni un mínimo de resquicio de opciones al oponente. Así, el bocinazo final llegaba con el definitivo 35-25 que permite a los zamoranos sumar su tercera victoria en los últimos cuatro duelos y que cambia, definitivamente, la tendencia del plantel.