Como en cada asamblea, los reproches a la junta directiva fueron una constante durante casi toda la duración del acto. Reproches que llegaron desde diferentes ámbitos, como el enfrentamiento generado entre José María Casas, y algunos miembros de su junta directiva, con Segismundo Ferrero. Pero el que más llamó la atención fue el que provocaron los propios miembros de la cantera del Zamora CF.
El psicólogo de la entidad, José Sevillano, se erigió en portavoz de la coordinación de la cantera y atacó de manera frontal a la junta directiva. Sevillano acusó abiertamente a la directiva de “bloquear” iniciativas propuestas desde la base para ayudar a la maltrecha economía del club. Un bloqueo del que culpó a toda la junta directiva, aunque posteriormente reculó tras la reacción de algunos dirigentes para culpar de manera única y directa a Segismundo Ferrero.
“Hemos querido presentar aquí el mejor proyecto deportivo de la historia del Zamora y no nos han dejado”, denunciaba Sevillano, al tiempo que desde la directiva se explicaba que esa presentación debía hacerse en los medios de comunicación. Igualmente, el psicólogo de la entidad desvelaba que Ferrero se había negado a poner en marcha una iniciativa mediante la cual se pidiera a las empresas con las que el Zamora mantiene deudas, solventar esa deuda a cambio de publicidad en las camisetas de las categorías inferiores.
Incluso, desde la cantera se fue más allá y además de pedir “una mejor organización” dentro del club y en concreto dentro de la directiva, también pidieron que se vigilará más de cerca el trabajo de los cuatro empleados que hay en la entidad: “En una escala de uno al diez, la vigilancia sobre los trabajadores es de uno”, espetaba; a raíz de lo cual se montaba un revuelo en el salón de actos desaprobando esa medida y apoyando la labor de unos trabajadores que llevan varios meses sin percibir sus salarios.
Esa guerra interna ilustrada con ese enfrentamiento en la asamblea volvió a reabrir el debate sobre la idoneidad de que Ferrero abandone el cargo como presidente, ya que ni desde dentro lo ven como una persona válida para el cargo. Una situación que llevaría a otro callejón con salida incierta: ¿quién coge las riendas del club?