Pese a que la afición local comenzó fría, a medida que pasaban los minutos y el Zamora se iba haciendo dueño del balón y de las ocasiones, la hinchada local se iba metiendo en el partido. Las triangulaciones y el juego entre líneas que casi siempre arrancaban en Jorge y continuaban con Rubén Sánchez, Aarón y Santos, gustaba al espectador. Además, también se unía a la fiesta un Fran Ochoa que se ocupó de tareas ofensivas, gracias al derroche físico de su escudero en el campo, un Jacobo Trigo excelso.
El partido en la grada también era bonito. Los casi dos centenares de cántabros que poblaban el fondo sur también vibraban con el encuentro, aunque a medida que pasaban los minutos se daban cuenta que iba a ser complicado llevarse la victoria del Ruta dela Plata.
El gol de Aarón fue el cúlmen a unos minutos fantásticos de un Zamora que jugó con cabeza los últimos minutos y se llevó la sonora ovación de una grada que ya empieza a soñar con cotas más altas que la permanencia.