Caras largas, tristeza e incredulidad. La afición del Zamora salió este domingo del campo de El Mazo decepcionada con el resultado y con la opción perdida de conseguir el ascenso por el camino corto. Una afición que ofreció de nuevo un ejemplo de fidelidad a su equipo y que se presentó en Haro con ochocientos efectivos.
Desde media mañana llenaron las calles de Haro de animación, de cánticos y de ilusión. Una ilusión que se acrecentó con la llegada del equipo al estadio. Los jugadores fueron recibidos pos los aficionados a las puertas de la instalación deportiva para darles todo el ánimo posible. Un ánimo que no decayó en la previa.
Un tercio de la grada correspondía a seguidores del Zamora y todavía quedaron asientos vacíos que el Haro prefirió dejar sin ocupar antes que meter más ‘enemigos’ en su casa. Durante el choque la batalla de aficiones fue sana y con rivalidad bien entendida. Eso sí, el equipo no transmitió nada en casi ningún momento y aunque la afición trató de tirar de sus jugadores se vio, a medida que pasaban los minutos, que no era el día del Zamora.
Al final, con el pitido final llegó la rabia, la tristeza, y una pesadumbre propia de saber que una oportunidad se ha desperdiciado. Habrá una segunda opción, pero el grueso de la hinchada ha perdido parte de su fe con este duro golpe.