¿Se está celebrando este ascenso en el seno de la plantilla aunque la temporada no se ha cerrado todavía?
Claro. El ser humano suele mirar lo que viene o lo que deja atrás, pero pocas veces miramos a lo que tenemos. Vamos a tratar de ser lo menos humanos posibles y disfrutar de cada momento, cada día y nosotros celebramos muchas cosas. No solo celebramos el ascenso, celebramos cada punto, cada día que tenemos la oportunidad de ejercer nuestra vocación, y en la vida hay que pensar menos en el futuro, deprimirnos menos por el pasado y disfrutar más el presente y sobre todo celebrar. Porque en la vida hay que celebrar un poco más y angustiarnos un poco menos, que es lo que en estas horas estamos haciendo.
¿Cuál ha sido la clave del éxito de lograr dos ascensos en ocho meses?
Lo grande que tiene la vida en general o el fútbol en particular es que lo que no se puede ver, ni medir, ni tocar es más importante que lo que sí se puede. Con esto quiero decir que buscar una explicación lógica, razonable, una clave me parecería simplificar mucho lo que estos chicos hacen cada día. Seguramente es muy difícil de entender desde fuera, pero los que vivimos cada día la energía en la que vibra este equipo somos conscientes de que no vivimos a la altura de nuestras capacidades sino a la altura de nuestras creencias.
¿Qué techo tiene este equipo?
Una virtud que tiene este equipo es que no le hemos puesto límites. Y no le ponemos límites, pero tampoco nos generamos ningún tipo de expectativa. Yo he vivido situaciones donde las expectativas lo que generan es decepción y lo que te hacen es alejarte de tu mejor versión, de ese camino. Ahora muchísima gente del Zamora está contenta, y me alegro. A lo mejor también hay alguno que no lo esté tanto. Pero sobre todo me alegro por las personas que llevan sufriendo este escudo mucho tiempo. Y sobre todo me alegro por esas personas que en la ciudad en los momentos de pandemia necesitan de pequeñas grandes alegrías como esta. El fútbol no es lo más importante, pero quizás sí sea lo más importante de lo menos importante.
¿Cobra ahora más importancia el punto logrado ante el Compostela?
Cada uno de los treinta puntos han costado mucho y han sido celebrados, lo que pasa que hay veces que las escopetas están cargadas para la primera que ven alguna opción. Igual por el tiempo que llevo entrenando he aprendido a relativizar tanto los supuestos éxitos como los supuestos fracasos, porque si hubiera ganado el Racing de Ferrol, y también el domingo, y se hubieran dado no sé qué cábalas, alguno nos hubiera puesto de vuelta y media. Entonces todo es relativo. Lo importante es llegar al límite, conseguir hacer todo lo que puedas y está claro que el otro día en las circunstancias adversas en las que estábamos era lo máximo que podíamos conseguir.
¿De qué forma relativiza éxitos o fracasos?
En el futbol he sido pitado muchas veces. En Zamora el otro día con empate a uno parte de la afición pitó, y también recuerdo un partido hace dos años después de ganar 5-2 en casa. Por lo tanto, y haciendo una reflexión más amplia, creo que parte de la sociedad está más orientada a ese pensamiento crítico, negativo y necesita a través del futbol desahogar ciertas animadversiones, crispaciones o problemas que puedan tener. El fútbol es un acto de representación y de mucho sentimiento y damos pie a sacar otras emociones, muchas veces desde el desconocimiento de no conocer muchos contextos desde los que se toman las decisiones. Este deporte lo aceptamos como tal, por eso relativizamos tanto el supuesto éxito como el supuesto fracaso.
¿Entrenará David Movilla al Zamora CF la próxima temporada en Primera RFEF o incluso Segunda A?
Hago la misma reflexión que al inicio. Vamos siempre al futuro o al pasado, ¿por qué no vivimos el presente? Ahora solo pienso en que me sentaré en Riazor el próximo partido, si se dan todas las circunstancias. Llevo años en el futbol, lo he pasado muy mal y ahora quiero disfrutar del momento.