El factor Charlie lo cambia todo y lo que era una derrota honrosa tras un buen partido se convirtió en una nueva remontada de los zamoranos con dos hombres de la casa, con Charlie y Malaguti, los de casi siempre llevando al éxtasis a una Rosaleda que no paró de animar en los cuarenta minutos de partido.
Y es que el partido fue uno hasta los dos minutos finales y otro distinto en estos dos minutos. Arrancaron los hombres de Chema Sánchez mucho mejor, mandando y avisando hasta que Jesús Preciado con una bonita vaselina ponía el 1-0 y levantaba al público benaventano. Mandaba el Atlético Benavente frente a uno de los presupuestos más altos de la categoría. David contra Goliat.
Peor Peñíscola fue haciéndose con el partido, mermando a un Atlético Benavente amenazado por las faltas que tuvo que empezar a bajar una inexpugnable defensa que no permitía huecos. Paniagua, en una jugada a balón parado, frenó la euforia zamorana y con el empate se fueron al descanso los dos conjuntos no sin que ambos cancerberos tuvieran que salvar in extremis a sus equipos.
Sin embargo en la reanudación fue Peñíscola quien salió mucho mejor y en cuestión de un minuto Rubén Orzáez y Lucas Francini le daban la vuelta al resultado y ponían contra las cuerdas a los zamoranos que lo intentaron en todo el segundo tiempo pero sin éxito.
Y ahí entró en juego el factor Charlie, el que desequilibró una balanza que parecía inamovible, el que rompió la quietud que llevaba a los zamoranos a un intento de remontada en Peñíscola con un gol a menos de dos minutos del final que levantó a una grada que no había parado de soñar. Y con el Atlético Benavente tocando a arrebato, habiendo superado los peores momentos, con juego de cinco y sin nada que perder y mucho que ganar, se encomendó a Malaguti que le quitó las telarañas a la portería con un latigazo inexpugnable y llevó a la parroquia blanquiazul al éxtasis poniendo el 3-3 con el que todo se decidirá en la vuelta.