Todos los ingredientes parecían predecir una tarde tranquilaen el feudo zamorano. El mal tiempo, acompañado de una tormenta y bastantecantidad de lluvia, se sumó al hecho de estar a finales de agosto, momento delaño en el que muchos pueblos viven sus fiestas patronales y tienen en suslímites geográficos a un gran número de personas que van a disfrutar de esos díasabandonando la capital.
La campaña de socios del Zamora sigue atrayendo gente, perolas primeras citas ligueras suelen dejar un menor número de asistentes a losestadios y, con ello, un menor ambiente. Pero cuando ocurren estas cosas, los golespueden ser el gran remedio. Y así ocurrió en el Ruta de la Plata.
Tres tantos. Dos en los primeros cuarenta y cinco minutos yotro en el segundo tiempo. Tres cánticos de celebración para encender a unaafición que entró con tiempo al reciento para sentarse al resguardo de lalluvia y para presenciar al equipo de Movilla para la 2019/2020.
Con el paso de los minutos la grada de animación fuecaldeando un ambiente en el que predominaban las habituales quejas con laspérdidas de tiempo rival o las diversas decisiones arbitrales. Pero el reductodel fondo sur, saludando a fondo norte y preferencia consiguió levantar losánimos de muchos asistentes y ser los iniciadores de lo que después seríanaplausos.
Cada uno de los goles, primero Sergio Garban (quien terminósaliendo lesionado en el primer tiempo), después Dani Hernández y finalmenteEscudero fueron los artífices de una tarde que fue de menos a más y en la que,la parte más importante del fútbol, la afición, se marchó contenta de suestadio sabiendo que el Zamora había dejado en casa tres puntos y una victoriaante una Gimnástica Segoviana que el curso anterior terminó segunda del GrupoVIII de la Tercera División.