La afición del Zamora no falló en la vuelta del partido de la fase de ascenso. Después de haber caído en la eliminatoria contra el Haro y perder en la ida contra Alcobendas, llegaba al Ruta de la Plata con el objetivo de volver a ser el jugador número doce una vez más.
Antes del comienzo del partido, la hinchada se reunía en los aledaños del estadio en una fan zone para llegar al choque como una unidad. Y así sería posteriormente en las gradas, puesto que tribuna, preferencia y los dos fondos aplaudían y alentaban a los jugadores rojiblancos cuando calentaban, intentando inyectar un extra de motivación a los de David Movilla.
En el comienzo del partido, los aficionados no paraban de aupar al equipo, y presionar al rival y al árbitro. Cuando el Zamora bajaba el ritmo, era el Ruta de la Plata el que subía la temperatura, dotando al partido del ambiente propicio que el propio técnico de los rojiblancos agradecía antes del choque.
En los últimos minutos del encuentro, en los que el ascenso estaba descartado a falta del pitido del árbitro, la grada continuaba animando a su equipo enataque, y aplaudiendo las paradas de Jon Villanueva en defensa.
Si el partido en el terreno de juego duró 95 minutos, el de la grada duró considerablemente más. Después de la finalización del partido los jugadores no escucharon reproches, sino que vieron cómo su hinchada les aplaudía, que encontrando en el Ruta de la Plata un hombro sobre el que llorar. La única nota negativa fue un pequeño intento de invasión de campo, rápidamente sofocado por la Policía Nacional.
Cuando el estadio se vació, todavía quedaban seguidores esperando a los jugadores para darles la última palmada en la espalda, despidiéndose así del equipo hasta la próxima temporada.