No hubo goleada, ni fiesta en las gradas. El derbi provincial resultó ser un duelo cerrado, muy competido y sin demasiado virtuosismo. La hinchada del Zamora, consciente de la importancia del envite, sobre todo tras el empate del Cristo Atlético, aspiraba a que los suyos tumbaran con autoridad al colista, pero tuvieron que sufrir más de la cuenta para acabar celebrando los tres puntos.
Tras las opciones iniciales y la incertidumbre pasados los primeros veinte minutos, el gol de Félix Sancha tranquilizó a la parroquia, que afrontó la segunda mitad esperando que el equipo rojiblanco terminara de matar el partido. No fue así y empezó el nerviosismo.
Con el carrusel de ocasiones falladas y el avance de los minutos con el resultado en el aire, la grada comenzó a impacientarse y a silbar en algunas acciones a los suyos. Eso sí, con el pitido final, el aplauso del público demostró la satisfacción de la hinchada local con los puntos y también el orgullo de los visitantes por su capacidad para competir.
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