Cultura

El zamorano García Jambrina lleva su saga detectivesca al Camino de Santiago del siglo XVI en ‘El manuscrito de barro’

Espasa publica este miércoles la quinta entrega del escritor zamorano, que propone a sus lectores embarcarse en “un viaje lleno de aventuras, conocimiento y emociones”.

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Hace ya trece años, el escritor zamorano Luis García Jambrina, residente hace décadas en Salamanca, confesaba con la publicación de ‘El manuscrito de piedra’, su primera novela, que cuando comenzó a darle forma a aquella historia su intención inicial era escribir “un relato breve”, como los que había hecho hasta entonces. Como protagonista de aquel relato detectivesco eligió a Fernando de Rojas, el autor de ‘La Celestina’, un hombre cuya vida real transcurrió envuelta en misterio y que vivió en una época “de cambio y de agitación, en la que comenzaba a configurarse lo que luego sería España”, de la mano de los Reyes Católicos. “Me enganché y el personaje, la época y la trama empezaron a tirar de mí y acabé haciendo la novela”, contaba entonces.

Ahora, tras publicar la tetralogía de los cuatro elementos (‘El manuscrito de piedra’ en 2008, ‘El manuscrito de nieve’ en 2010, ‘El manuscrito de fuego’ en 2018 y ‘El manuscrito de aire’ en 2019), con la que ha cosechado u notable éxito de crítica y de público, retoma a un personaje con el que ha cautivado a miles de lectores de todas las edades para iniciar una nueva tetralogía cuya primera entrega, ‘El manuscrito de barro’ (Espasa, 19,90 euros), llegará a las librerías españolas el próximo miércoles, 20 de enero. “Yo no pensaba que daría para tanto ni que fuera yo capaz de hacer una saga, pero lo cierto es que una vez que te metes en ello es apasionante ver cómo un personaje se va desarrollando y desenvolviendo a lo largo del tiempo”, confiesa.

En esta ocasión, García Jambrina ambienta su relato en 1525, y la narración comienza cuando poco antes de llegar a Burgos un peregrino es asesinado en extrañas circunstancias, sumándose a otras muertes sin esclarecer registradas en las diferentes etapas del Camino Francés. Es entonces cuando el arzobispo de Santiago, Juan Pardo de Tavera, le pide a Fernando de Rojas que se haga cargo de la investigación del caso.

“En la anterior novela lo llevé al Nuevo Mundo y en esta le devuelvo a un ámbito más cercano, pero en todo caso muy cosmopolita, el Camino de Santiago. La Ruta Jacobea siempre me pareció un concepto muy interesante, porque en ella está la idea de Europa. Es un camino transversal, que recorre toda Europa de este a oeste y vertebra en cierta manera el cristianismo europeo. Los peregrinos tenían entonces y tienen ahora diferentes motivaciones para iniciar su marcha, y con el pretexto de visitar el sepulcro de Santiago emprenden un viaje más o menos largo, lleno de aventuras, de conocimiento y de emociones”, señala.

Según explica en declaraciones a Ical, la novela está ambientada a comienzos del siglo XVI, cuando “el Camino entra en un periodo de crisis o decadencia después de un periodo de esplendor como fue la Edad Media”. “Es un periodo también interesante, porque coinciden todas las guerras de religión en Europa, la irrupción del protestantismo que afectará mucho al Camino, y que la Ruta Jacobea se llena de pícaros, delincuentes, prostitutas y mendigos, convirtiéndolo en un recorrido muy inseguro. Me pareció un periodo muy atractivo para situar una trama criminal, porque allí había crímenes constantemente”, señala.

Un mosaico de persoanjes

Además de la introducción del arzobispo de Santiago (un hombre “muy interesante”, que estudió en Salamanca en la época de Rojas y que “lo más probable es que se conocieran y tuvieran relación”), el volumen está salpicado por numerosos personajes de todo tipo, con los que el autor ha intentado “mostrar toda la variedad de peregrinos que había, y que van contando sus historias para que al final el lector se puede hacer una idea de lo que era el Camino en ese momento, cuando todavía tenía un pie en la edad de oro pero que ya estaba entrando en esa decadencia que lo llevó prácticamente a extinguirse”.

Si la Ruta Jacobea se salvó de la desaparición, comenta García Jambrina, fue en buena parte gracias a Elias Valiño, el cura de O Cebreiro que en los años 60 realizó el primer estudio serio sobre el trazado del Camino Francés y se ocupó personalmente de señalizar los caminos con pintura amarilla. A él le rinde homenaje García Jambrina a través de su personaje Elías do Cebreiro, un ficticio archivero de la catedral de Santiago que en esta ocasión es el lugarteniente de Fernando de Rojas en la aventura, ayudándole a desarrollar su investigación como marcan los cánones clásicos de la novela negra. “Con la ayuda interesada de Manuel Fraga, que era ministro de Turismo en aquella época, él fue quien resucitó el Camino, que en los últimos años está batiendo récords y está pasando por una edad de oro de nuevo”, reconoce.

La novela también realiza un cariñoso guiño a Hermann Künig von Vach, el monje alemán que en 1495 publicó ‘La peregrinación y el Camino de Santiago’, la primera guía que se publicó en el mundo sobre la ruta, que le ha servido de apoyo en su labor de documentación puesto que estaba “llena de información sobre las ciudades y recomendaciones a los peregrinos de la época”, a quienes también sugería algunas variantes para huir de las zonas más montañosas y complicadas en León y en la entrada a Galicia, ofreciéndoles la posibilidad de disfrutar de un Camino inédito”.

Un humanista en pos de la verdad

El peso de la novela, nuevamente, recae sobre los hombros de su protagonista, “un personaje muy enigmático, del que no sabemos prácticamente nada”, al que con cada nueva entrega intenta convertir en “un personaje de carne y hueso que busca la verdad y que vive aventuras incluso a veces contra su voluntad, que se equivoca, duda y no es un héroe, ya que comparte momentos heroicos con otros de gran debilidad”.

“Imagino que eso puede ser parte de lo que le convierta en un personaje atractivo para un lector de hoy, que tiene un espíritu aventurero pero limitaciones humanas. Es un humanista, una persona con gran curiosidad por todo y una gran pasión para descubrir la verdad”, señala.

Sobre el éxito de la saga, García Jambrina apunta que muchos de sus lectores son “adolescentes, que a veces tienen que leer las novelas por obligación en los institutos de Secundaria, pero que luego se entusiasman con ellas porque les sorprenden”. “Tengo muchísimas noticias de que son novelas que empiezan leyendo los hijos y acaban leyendo los padres, algo que para mí es fantástico”, explica.

Pero las andanzas de Fernando de Rojas no se quedarán aquí. Según adelanta a Ical, durante el confinamiento no solo pudo escribir esta novela sino que tiene bien avanzada la que sería la sexta entrega, que podría llevar por título ‘El manuscrito de niebla’. En ella, devuelve al investigador a sus raíces con una trama en Salamanca, ambientada en el año de 1507, un año en el cual Castilla padeció una terrible peste, con ciertas similitudes con la pandemia actual, que obligó a mucha gente a encerrarse en la Universidad para combatir sus efectos.

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