El nuevo Museo de Semana Santa tendrá 5.500 metros cuadrados construidos. Las zonas de exposición permanente, en planta baja y planta primera, suman 3.600 metros cuadrados útiles. Las zonas de exposiciones temporales, salón de actos y salas didácticas y de investigadores, en planta sótano, suman 500 metros cuadrados útiles. Las zonas de trabajo interno, restauración, almacenes y administración, suman 450 metros cuadrados útiles.
La altura libre en las zonas de movimiento y exposición de pasos en las tres plantas es de 5,50 metros. Las alturas del volumen exterior se matizan para respetar la diversidad de edificaciones que completan la manzana en la que se ubica el Museo. Además, se ha previsto una Sala de Salida de pasos de 8 metros de altura libre cerrada por un gran portón de 60 metros cuadrados de acero pavonado texturizado.
La luz cenital baña los espacios interiores como fuente principal, potenciando con iluminación artificial el claro-oscuro propio de un espacio de contención y exposición de arte sacro. La materialidad interior es de hormigón con encofrado de tablilla, de color blanco tostado. Se matizan algunos espacios interiores con panelados alistonados de madera de roble, que cumplen con una función de acondicionamiento acústico, resultando en un espacio de silencio y relativo eco.
La materialidad exterior es de piedra de Zamora en una fachada continua y ciega, que únicamente se puntualiza en los lugares de acceso y en la fachada a la calle Madre Bonifacia Rodríguez de Castro, que se adapta a la escala y proporciones de huecos de los edificios adyacentes.
Además, el nuevo Museo de Semana Santa se dotará de instalaciones conducentes a optimizar su mantenimiento y reducir consumos energéticos. Se trabaja con una envolvente de alta inercia, que permite mantener una temperatura constante al interior con una ligera aportación de climatización en momentos del año de temperaturas extremas.
Se ha proyectado la ventilación primaria con control de humedad y recuperación de calor. Se han diferenciado zonas de uso intensivo y extensivo a la hora de planificar el funcionamiento de instalaciones. Estas medidas no solo favorecen la reducción de consumos, sino que además permiten una óptima conservación de las obras de arte.
Se plantea una infraestructura de distribución de redes eléctricas, de iluminación y de datos que dotan al Museo de la capacidad de transformarse en el tiempo sin necesidad de acometer reformas o nuevas instalaciones.Todos los sistemas de iluminación artificial se basan en tecnología LED, reduciendo consumos y aporte de temperatura por parte de las luminarias en funcionamiento.
En definitivas, el conjunto de decisiones técnicas tomadas conducen a la construcción de una infraestructura museística propia del siglo XXI, sin perder el carácter específico de los objetos y experiencias que en ella se exhiben y celebran.