El Domingo de Resurrección de 2019marcaba el inicio de una cuenta atrás a la espera de una nueva Semana Santaahora truncada por el coronavirus. Los zamoranos no se perderán únicamente losdesfiles procesionales ya que varios estrenos deberán esperar hasta el 2021.
Este es el caso del Ecce Homo de Gil de Ronza datado en 1522 para la capillamortuoria del Deán Diego Vázquez de Cepeda en el convento de los Franciscanos,actual Fundación Alonso Henriques, siendo trasladado a las monjas en 1835, porla desamortización.
Como cada año, la Junta Pro Semana,junto con la Dirección General de Patrimonio, en beneficio de la belleza de lasimágenes de la Semana Santa encargó, entre otros, el proyecto de restauración del Ecce Homo, siendo una de las de mayorimportancia y calidad en el conjunto de la producción de Gil de Ronza, que ha sido realizado por los restauradores GerardoCasaseca y Juan Carlos Álvarez.
Su trabajo comenzó en las primerassemanas de noviembre con una tarea propia de la RAE: limpiando, fijando y dandoesplendor a la pieza. La documentación recabada por estos profesionales, colocana principios del siglo XVII la primera salida procesional de esta imagen.
Pero no fue hasta principios de los 80 cuando el historiador toresano Navarro Talegón, quefue delegado de Patrimonio y Bellas Artes de Zamora, vuelve a poner en valor esta imagen y la Vera Cruz la incorpora a sudesfile procesional. En esta primera ocasión se le añade una capa de telapara tapar el dorso de la pieza que estaba ahuecado y se le incorpora una coronade espinas natural y la caña. La talla contaba en sus inicios con una corona detalladaque fue eliminada.
En años posteriores, el Ecce Homo es sometido a una intervenciónen el taller de Manuel Rivas Villarino. En dicha intervención se le añade una pieza enla espalda, puesto que su concepción fue para ser vista de frente, se retallópara darle el aspecto de capa, la cual se pintó y se le aplicó una pátina atoda la imagen tras la cual desde el Conventodel Tránsito se aseguró que: “el cristo volvió moreno”.
Al iniciar la intervención, GerardoCasaseca y Juan Carlos Álvarez se encontraron con la pátina de Villarino en lasprimeras capas, y lo que consideraron un repinte del siglo 17 que escoincidente con el del resto de obras encontradas en la capilla mortuoria delDeán Diego Vázquez de Cepeda.
La policromía original estaba bastante “machacada”,tal y como han asegurado sus restauradores, por el uso que se le ha dado a lapieza. Tras tres meses de trabajo, se ha conseguido eliminar la pátina de RivasVillarino y el repite rosáceo inferior a esta.
Seha conseguido llegar a la carnación original,en un color más ocre y terroso que se conoce por otras piezas de Gil de Ronzaalcanzando así una policromía más propia del autor y de la época. En el propiocuerpo del cristo se ha alcanzado a apreciar la delicadeza del autor “con trazos de regueros de sangre”incorporados en cada una de las heridas.
El criterio seguido en la capa ha sidoun proceso a caballo entre lo que conservaba la pieza original y la realizadapor Rivas en los años 80. Con lo que se ha llegado a un bermellón más vivo trasla realización de una reintegración cromática con puntillismo para igualar losañadidos de Rivas al tono original de la pieza.
Un duro trabajo de meses que ahoradeberá esperar a ser vista por los zamoranos en la Semana Santa de 2020, trasrecuperar el “patetismo de las imágenes entre el gótico y el renacimiento, quepodría llegar a confundir, en su calidad y la impronta del autor”.