El inconfundible sonido de las gaitas acompaña a muchos de los festejos y tradiciones que tienen lugar a lo largo del año en los distintos pueblos que integran el Bierzo, donde las decenas de bandas de gaiteros y los miles de aficionados que tocan este instrumento tradicional se encargan de poner banda sonora a las fiestas. Uno de esos aficionados, Carlos Rodríguez Pumarada, asturiano de nacimiento y berciano de adopción, aprovechó los duros meses del confinamiento para diseñar, programar y fabricar un puntero electrónico “único en el mundo”, que permite a los gaiteros practicar en su casa sin molestar a los vecinos.
Ésta es una de las principales ventajas del puntero diseñado por Carlos, de la mano del gallego Javier Ramiro, que en 2013 ya sacó al mercado una especie de cojín con el que amortiguar el sonido de este instrumento, con el nombre comercial de Insogaita. El periodo de encierro domiciliario y la imposibilidad de ensayar agudizaron el ingenio de ambos, que colaboraron para dar una nueva vuelta de tuerca al asunto. “Yo estoy jubilado y me jode que esto muera así, le pasé el proyecto a él, que es más joven y le dije que si quería ganar dinero con ello, que se pusiera a fabricarlas”, explica.
En este caso, no se trata de amortiguar el sonido sino de llevarlo directamente al oído del intérprete, ya que el puntero electrónico incorpora su propio amplificador de 3W, con una clavija estándar para enchufar unos auriculares. “Lo bueno que tiene es que para practicar te pones los cascos y no molestas a nadie, queremos dar acceso a todo el mundo que pueda tener algo para practicar en casa”, explica el inventor.
De la misma manera, el sonido puede salir directamente por el amplificador, sin necesidad de ningún dispositivo adicional para emitir el sonido. “El sistema ‘midi’ siempre va a depender de un elemento como un ordenador o un móvil”, explica Carlos, que señala que su invento no utiliza esta interfaz de sonidos pregrabados sino sonido sintetizado a partir de muestras de una gaita real.
El puntero no requiere soplar para hacerlo sonar y permite tocar la gaita en sus distintas afinaciones -do, si bemol, re-, así como las diferentes variantes de digitación, la más extendida o abierta y la tradicional conocida en el territorio berciano como ‘pechada’. “Son sonidos diferentes, me imagino que algo así le pasaría al primero que inventó la guitarra eléctrica”, comenta entre risas.
El origen de su aventura se encuentra en un proyecto libre que circulaba por internet, basado en la gaita escocesa. Con ese punto de partida, Carlos invirtió cientos de horas ante el ordenador para programar los distintos comandos que permiten funcionar a su invento. “Llevo con este proyecto cuatro años, me quemé mucho la cabeza para programar todo esto”, asegura mientras muestra con orgullo los códigos de programación de su criatura.
Utilizando como base una pequeña placa Arduino -“¡Mira qué miniatura!”- y el lenguaje informático C, la batería del puntero puede recargarse con un simple cargador de móvil. “Toda esta tecnología era imposible hace 15 años”, explica Carlos, que se confiesa apasionado por el mundo de la programación y por las interminables posibilidades que ofrecen los microprocesadores y los microcontroladores.
Profesional de la electricidad y la electrónica industrial, su último trabajo antes de la jubilación fue como electricista en el Ayuntamiento de Cacabelos, aunque también trabajo en el mantenimiento de la central térmica de Compostilla y de otras empresas dedicadas a las canteras de mármol y pizarra. “Siempre me han gustado los cacharros”, reconoce. Una vez llegado a su merecido retiro, cumplió otro de sus grandes sueños, el de iniciarse en las clases de gaita que siempre había tenido intención de cursar y que seguía postergando debido al trabajo.
Los primeros diseños, en material plástico, los elaboró con su impresora 3D, aunque su fragilidad y su escasa resistencia a los cambios de temperatura no acababan de convencerle. Así que, sin haber utilizado un torno de madera en su vida, se puso a fabricar los modelos de madera que incorporan únicamente las piezas plásticas imprescindibles. “Voy haciendo para los amigos de aquí y les cobro sólo lo que me valen los componentes”, remarca.
Además, su invento también forma parte de una gaita “única en el mundo” en la que los bordones, es decir, los distintos tubos que salen del fuelle y que son responsables de la polifonía típica de este instrumento también son electrónicos. “He investigado a lo largo y ancho de internet y os puedo asegurar que no hay nadie en el mundo que tenga una gaita como esta”, explica con su creación al hombro. “La diferencia es que, todo es independiente, por un lado va el sonido del roncón, por otro la ronqueta y por otro el puntero”, señala.
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