El obispo, Fernando Valera, ha presidido este domingo la misa solemne en el Convento del Corpus Christi para celebrar la Asunción de María. En su homilía ha dicho que en esta fiesta, tan arraigada en la tradición zamorana, "contemplamos el tránsito de María al paraíso, es como celebrar su pascua", su elevación a la gloria celestial. La Madre nos precede a todos, es primicia de esperanza.
Continuó Monseñor Valera indicando que en esta fiesta reconocemos que en Dios hay espacio para el hombre. María, unida a Dios, no se aleja de nosotros sino que abre su corazón para acoger a toda la humanidad. La actitud de María es ejemplo para todos, dio un sí responsable a Dios y con prontitud se puso en camino. Esta solemnidad nos pone a todos en camino y nos dispone a vivir desde la alabanza.
“Hoy el cielo tiene corazón de madre, dejémonos abrazar por él” afirmó el obispo e invitó a los presentes a descubrir que el cielo es la última palabra de la vida, que allí Dios espera y que “María es aurora y resplandor de la Iglesia triunfante, consuelo y esperanza del pueblo peregrino”.
Terminó Fernando Valera pidiendo la intercesión de María ante Dios para reforzar la fe del pueblo en la vida eterna, para ayudar a vivir bien el tiempo con esperanza, pero no solo como nostalgia del cielo sino como un deseo de vivir activamente en la tierra.