Minutos antes de las once de la mañana de este sábado, Monseñor Valera Sánchez salía de su nuevo hogar en Zamora, una casa anexa al palacio episcopal, acompañado por el Nuncio, Bernardito Auza, y se dirigirá hasta la Catedral. Una vez en el atrio, las puertas de La Catedral se abrían y era recibido por el administrador diocesano y el cabildo catedralicio. Antes de acceder al interior, el deán, José Ángel Rivera, le ofrecía la Cruz de Carne para que la venerase con una inclinación.
Sin duda, un momento muy especial teniendo en cuenta la actual situación de pandemia. Hay que recordar que los fieles zamoranos han recurrido a la intercesión de esta reliquia medieval en otros momentos históricos donde se han vivido graves crisis sanitarias o de otra índole.
Una vez en el templo, comenzaba el acto en sí, con diferentes paradas antes del inicio de la celebración. La actual situación de pandemia ha marcado la organización y la celebración de este gran acontecimiento diocesano. De tal manera, que el aforo finalmente fue menor de las 300 personas anunciadas en un primer momento.
Hay que apuntar que atendiendo a las recomendaciones de la Junta se podrían alcanzar las 500 personas que son el 50 por ciento del total; no obstante, en otras ordenaciones episcopales la Catedral ha albergado hasta a 1200 personas. Pero finalmente, los asistentes rondaron los 250 participantes.
Siguiendo con las instrucciones sanitarias y con el fin de salvaguardar el metro y medio de distancia entre los asistentes, se retiraron los bancos de las naves y el trascoro para colocar sillas. Del mismo modo, tampoco se encendió el sistema de calefacción y las puertas permanecieron abiertas.
El acceso de los asistentes se produjo de manera escalonada para evitar aglomeraciones en las puertas de la Catedral. Entre las autoridades asistentes estaban representantes institucionales, además de representantes de Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil o Subdelegación de Defensa.
Además, entre los representantes religiosos se debe resaltar la presencia del Nuncio Apostólico en España, Bernardito C. Auza, el Cardenal Arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, o el que fuera obispo de Zamora, Juan María Uriarte.