Miquel Ortega se suma al cartel del Little Opera, cuyo espíritu pretende normalizar la presencia de la música de creación contemporánea en la programación operística. Lo hace con Après-moi, le déluge, basada en la obra de teatro homónima de Lluïsa Cunillé sobre el libreto de Albert Arribas, cuyo estreno absoluto fue muy aplaudido en el Teatro Nacional de Catalunya en 2017.
Considerado como uno de los mejores textos de la dramaturgia actual catalana, Ortega firma su música que, además, en esta ocasión dirigirá desde el piano. Asimismo, como en aquella ocasión, sus intérpretes volverán a ser los mismos: la mezzosoprano Marisa Martins y el tenor Antoni Comas; acompañándoles Diana Sanz al violonchelo, Rubén Simo en la trompeta, José Andrés Fernández al clarinete y Juanjo Guillem en la percusión.
“Para esta ópera elegí deliberadamente un ensemble de 5 músicos para emular a un combo jazz. La diferencia sustancial es que en lugar de un contrabajo elegí un violoncello para poder disponer de un instrumento de cuerda con más posibilidades líricas para los momentos de máxima expresión. El color del jazz, que uso en muchos momentos de la obra, sirve para poner en relieve el desprecio del primer mundo por el tercero, base de la esencia de la obra de Cunillé. El uso del leit-motiv es abundante como en el resto de mis obras líricas. Supongo que el estudio de las obras de Wagner a edad temprana me influyó mucho en este sentido”, destaca el autor.
La novedad de la cuarta edición del Festival de Ópera de Cámara de Zamora es que presenta el estreno absoluto de la versión en castellano, con una adaptación de la puesta en escena original de Jordi Prat Coll, para mostrar de forma desgarradora la invisibilidad del tercer mundo.
La trama se desarrolla en un hotel de África, donde un hombre de negocios y su traductora reciben la visita de un anciano congoleño, quien espera que su hijo viaje con él a Europa. Sin embargo, ambos mundos y sus valores chocan abruptamente.
Para el maestro Ortega, “se trata de una obra ecléctica (jazz, tonalidad, bitonalidad, dodecafonismo usado para describir los horrores de la guerra, modalidad, etc.) y muy descriptiva como corresponde a una obra para la escena, en la que, como en mi ópera La casa de Bernarda Alba, el tejido instrumental despliega una especie de banda sonora que va narrando con sonidos lo que ocurre sobre el escenario así como lo que no podemos ver.”