La carta de Emilio Ferrero, hecha pública también a través de los canales oficiales de la cofradía, es la siguiente:
Martes Santo de nuevo, aunque esta vez es diferente. Los calendarios han llegado a la fecha que para muchos es la más importante del año. Nos invade la nostalgia de tiempos mejores y una vez más, como todos los años, volvemos a alzar nuestra mirada hacia el cielo. Pero este año, no es para descifrar en las nubes si el tiempo nos acompañará, sino para clamar por nuestros seres queridos, familiares y amigos; por nuestros hermanos y porque todos estemos bien.
Unos ojos vidriosos pendientes de la más reciente de las noticias sobre la lucha contra el virus, cuyo brillo irradiará la más hermosa respuesta del género humano: la solidaridad. Porque en momentos tan arduos y amargos para todos, recordamos a aquellas personas que nos acompañaban cada día o cada Martes Santo bajando Alfonso XII, con la mirada cómplice de un cofrade al que ni siquiera conocemos, pero al que deseamos al inicio del recorrido, sincera y emocionadamente: “buena carrera, hermano”. Porque el auténtico milagro de nuestra Semana Santa no es otro que la fraternidad.
Hoy nuestro Nazareno de San Frontis no cruzará el puente de piedra, ni veremos reflejadas en las bravas aguas del Duero las miles de luces de los faroles irrumpiendo en el cielo estrellado al son de Mater Mea. En su lugar se nos han dado miles de enfermeras, médicos y sanitarios que luchan cada día, en primera línea contra el virus; las luces que durante años olvidamos pero que hoy nos protegen de la oscuridad.
La virgen de la Esperanza no recorrerá las calles de nuestra querida Zamora porque Dios no lo ha querido así. Ha querido por el contrario instalarla en todas las casas de los zamoranos, que con la misma devoción y entrega la han colocado más que nunca en lo más profundo de sus corazones. Porque hoy, como ayer, no estamos solos; nunca lo hemos estado.
Nuestro cariño y pensamientos están con los afectados por la enfermedad, porque volverán a llevar el farol y lucir de nuevo la estameña al lado de su Mozo, como lo están con aquellas familias a los que el Padre llamó a su lado. Porque el próximo Martes Santo resplandecerá una nueva estrella, más brillante que nunca, que nos acompañará a cada paso hasta San Frontis.
Porque los zamoranos somos gente valiente, que cada año desafía los pronósticos, la lluvia, el calor y el frío. Porque somos pacientes y sabemos esperar durante meses la semana más mágica del año. Porque volveremos a ver a nuestro Nazareno y Esperanza despidiéndose una vez más antes de llegar a Cabañales y la congoja que hoy sentimos se transformará en la sonrisa de un niño que toca el tambor a su cristo o en las lágrimas de un anciano que desde el balcón envía un beso a su virgen y a todos los que se quedaron en el camino.
Porque hoy más que nunca la Esperanza guiará nuestros pasos. Somos cofradía y juntos saldremos de esta:
“Buena carrera, hermanos”.