El segundo día de las XVI Jornadas Diocesanas de Zamora, que se celebran en el salón de actos del Colegio Divina Providencia (de las Siervas de San José), contó con la presencia de Eloy Bueno de la Fuente, sacerdote de la Archidiócesis de Burgos pero nacido en Casaseca de Campeán (Zamora). Doctor en Misionología y en Filosofía, es catedrático en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Burgos), donde también ha sido decano. Es autor de varios libros y de abundantes artículos de investigación.
Tras el saludo y la oración inicial –a cargo del vicario de Pastoral, Fernando Toribio– y la presentación del ponente –hecha por Javier Fresno, delegado diocesano para la Religiosidad Popular–, Bueno comenzó su intervención refiriéndose al tema de la religiosidad popular como “algo que da vida a la Teología, que arranca de la biografía de las personas concretas”. Viendo la nutrida asistencia de la conferencia, comprobó que “es algo que toca el corazón”. Y así dio un repaso, en su conferencia, al tema de la piedad popular tal como aparece en el Magisterio del papa Francisco.
Una mística popular
“Podríamos decir que se ha producido la revancha de la piedad popular, porque la realidad se impone a las teorías: la experiencia creyente del pueblo cristiano”, afirmó. Una revancha, por cierto, acompañada por las sugerencias de los Papas y de diversos documentos eclesiales importantes.
El ponente destacó, en este sentido, la exhortación de Pablo VI Evangelii nuntiandi (1985), que habla de la religiosidad popular como elemento de la acción evangelizadora de la Iglesia, o el Documento de Aparecida (2007), del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que habla incluso de una “mística popular”, ya que “la experiencia de fe del pueblo cristiano tiene un aspecto místico, estar juntos en una experiencia común con un Dios que acompaña a su pueblo peregrino”.
Cuando Francisco revaloriza y pone en primer plano la piedad popular no se trata de algo novedoso, porque hay un trasfondo magisterial. Además, “él está en sintonía con el alma del pueblo latinoamericano”.
Por eso, Eloy Bueno se preguntó: “esa experiencia de un contexto concreto, ¿es válido también para nuestra Europa, para Occidente? Tendremos que ir dando una respuesta. Yo creo que en gran medida sí, porque en el fondo, existe una sed espiritual que en algún punto tiene que encontrar respuesta”.
Una realidad misionera
La opción del papa Francisco es clara cuando le da a la piedad popular “una enorme prioridad como expresión cualificada de la vida de los discípulos misioneros. No decimos discípulos y misioneros, sino discípulos misioneros, porque el discípulo, o es misionero, o no es”. Por ello, “para el pontífice la piedad popular es, por definición, evangelizadora”. Cuando en la exhortación Evangelii gaudium (2013) explica quiénes son los responsables de la evangelización, dice que el protagonista es el pueblo cristiano, al que llama “el santo pueblo fiel de Dios”. Y una de sus primeras manifestaciones es la piedad popular.
“La piedad popular es, para Francisco, un lugar teológico y antropológico. Si queremos preguntarnos cuál es el lugar donde podemos encontrar la experiencia humana más auténtica y radical, lo que el hombre cree, lo que espera y lo que le da experiencia de ser amado y capacidad de amar... sin duda es la piedad popular, que se encuentra en el principio de todo”, explicó el ponente.
Y precisamente “ahí se ve la acción misionera espontánea del pueblo de Dios. No hay que pensarlo, programarlo, planificarlo... sino que brota con naturalidad. Hay que ir a la raíz, y la raíz se encuentra en la experiencia del santo pueblo fiel de Dios, que simplemente por existir, es evangelizadora y misionera”.
La raíz en el bautismo
¿Qué hay en la piedad popular para que Francisco la ponga en el centro de atención?, se preguntó Eloy Bueno. “Lo primero de todo, es piedad, porque es una experiencia de Dios, una actitud filial ante un Dios que se siente cercano a través de la Virgen, los santos, personas concretas...”. En el fondo “es sentirse amado y capaz, por tanto, de amar. Esta experiencia teologal tiene su raíz en el bautismo”.
El sacerdote destacó que en su Magisterio “el Papa da mucha importancia al bautismo, y así pone de relieve lo que nos une, previamente a cualquier tipo de diferencia. Si pensamos en la misión que la Iglesia tiene que realizar, o se plantea desde el bautismo, o queda bloqueada de raíz”. En este sentido, “podemos hablar de Francisco como un anticlerical convencido”.
Una de las afirmaciones más atrevidas del Papa, según el ponente, “es que todo bautizado tiene lo que en Teología se denomina el ‘sensus fidei’, el sentido de la fe, porque ha recibido la unción del Santo, y ahí recibe un sentido innato, connatural de la fe, como un olfato para percibir qué quiere Dios o por dónde nos lleva. Incluso llega a decir que ese pueblo santo de Dios es infalible en el creer, por su profunda experiencia de Dios”.
Francisco se fija en “la mística del pueblo, ese sentirse unidos en algo común... porque un pueblo surge como tal cuando es capaz de decir ‘nosotros’, con una experiencia de comunión. Un pueblo llamado por Dios, con una fe que se condensa en figuras personales, como la Virgen o algunos santos, que han realizado el ideal de la fe y de la vida cristiana”. Referencias humanas que “no se convierten en ídolos, porque están abriendo siempre el camino que remite a la paternidad de Dios. Así, la piedad popular se convierte en un diálogo personal, y podemos hablar de un protagonismo de los laicos, libres del clericalismo”.
Según el Papa en Evangelii gaudium, “la liturgia es popular, no es algo para el pueblo, sino del pueblo, porque brota de la fe del pueblo. No se debe contraponer, entonces, la liturgia oficial a la vivencia del pueblo”. El ponente puso como ejemplo la realidad de los santuarios, donde la gente se siente acogida, y cómo sería bueno aprender en las parroquias de esta experiencia.
El protagonismo del pueblo
Si la piedad popular es popular, “el protagonista es el santo pueblo fiel de Dios porque nos enseña cómo se cree. Además, el Papa entiende la Iglesia como pueblo de pueblos, no una realidad abstracta, sino encarnada en los pueblos concretos con su cultura, su modo de sentir, de cantar, de rezar... Entonces, la fe vive de la savia más profunda de cada lugar, porque en cada lugar hay un tipo de cultura”.
Eso, según detalló Eloy Bueno, “es un acto radicalmente misionero, el hecho de conseguir que la fe no quede en algo genérico, sino que el pueblo vaya inculturando la fe, dándole vida a la fe. Eso hace la fe cercana a la gente, por lo que se convierte en un acto completamente evangelizador. Dios se va introduciendo en el drama y en la trama de la historia, en las preocupaciones de la gente”.
Y es un ejercicio de la catolicidad de la Iglesia, que es católica porque es diversa, no idénticamente igual. “Adquiere rostros, figuras y experiencias distintas, siendo todo esto obra del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que crea la diversidad es el mismo que orienta las diversidades hacia la armonía, porque Él es la armonía. Y hace que todos los pueblos se sientan reconciliados en el lugar común. En esa dinámica se manifiesta la creatividad del santo pueblo fiel de Dios, porque cada pueblo tiene su genio, su estilo, su talante...”.
En cuanto al uso del término “pueblo”, el Papa habla, por un lado, de pueblo ‘nación’, y por otro, del pueblo pobre, sencillo y humilde, que tiene ese encuentro personal que se expresa a su estilo. “Estamos pensando en los creyentes, en los bautizados que viven la fe en sus aspectos concretos, más allá de una religiosidad puramente natural. La piedad popular tiene símbolos con rostro y con nombre, de manera que hay un encuentro personal”, explicó.
Un pueblo peregrino
Ese pueblo de Dios “tiene la gracia de la misionariedad, algo no añadido, sino que brota de lo más íntimo que es la inculturación de la fe en las circunstancias concretas”. Siempre hay un ponerse en camino, una experiencia de itinerario o peregrinación como imagen de la propia vida, un camino hecho con otros... ya que “no somos nómadas ni errantes, sino peregrinos con una meta y alguien que nos espera. Ahí está la idea de fe. Por eso el símbolo de la peregrinación es fundamental. Y es un modo de presencia pública, convirtiéndose en un signo misionero”.
Cuando el papa Francisco habla de la Iglesia Madre “se refiere a ella como la que no pone requisitos, sino que está permanentemente abierta; y al hablar de la Iglesia como hospital de campaña la muestra como la que ofrece el primer auxilio, a través de cualquier bautizado, en una actitud permanente de invitación. Así, se da una síntesis vital, porque mi modo de vivir la fe va unido a mi modo de caminar con otros”.
Finalmente, Eloy Bueno sintetizó las perspectivas y actitudes que indica el obispo de Roma para acercarse a la religiosidad popular. Por parte de los pastores de la Iglesia, hay que valorar a los ‘invisibles’ como protagonistas en el escenario del mundo. Además, Francisco llama a acercarse a la realidad de la piedad popular con la mirada del Buen Pastor, yendo al corazón del pueblo, y siendo capaces de ver la presencia de Dios y su acción en el pueblo, cuidando la fragilidad (dificultades, problemas, controversias, etc.), pero a la vez descubriendo sus potencialidades y capacidades, que la mirada contemplativa permite descubrir. Así será como podrán ‘santuarizarse’ las parroquias, reduciendo las aduanas en la Iglesia, estando siempre abierta a todos. Para que se vea que Dios va acompañando siempre al pueblo peregrino.
Eloy Bueno, en las Jornadas Diocesanas: “La piedad popular es, por definición, evangelizadora”
El jueves tuvo lugar la segunda conferencia de las Jornadas Diocesanas de Zamora, dedicadas este año a la “Religiosidad popular y evangelización”. El ponente fue el teólogo burgalés Eloy Bueno de la Fuente, que presentó este tema según el Magisterio del papa Francisco.
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