La visión en el primer año de vida: jugar con objetos llamativos y protegerlos del sol es fundamental para los bebés

La visión de los recién nacidos se sitúa entre el 10 y el 20% y no es óptima hasta los 6 o 7 años, pero es importante descartar cualquier anomalía genética o adquirida para evitar una posible discapacidad visual de por vida, así como estimularlos con el juego y protegerlos de la radiación solar

La visión en el primer año de vida: jugar con objetos llamativos y protegerlos del sol es fundamental para los bebés
La visión en el primer año de vida: jugar con objetos llamativos y protegerlos del sol es fundamental para los bebés

Con motivo del Día Mundial de la Visión, que se celebra el segundo jueves de octubre a iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB), y que este año se centra en la importancia de proteger la visión de los niños, el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) inicia una campaña de divulgación para concienciar a la sociedad sobre la importancia de conocer y cuidar nuestro sistema visual en todas las etapas de la vida, empezando, precisamente, por realizar revisiones periódicas desde la infancia.

Tal y como explica la vicedecana de COOCYL, Ana Belén Cisneros, “con la campaña La Salud Visual en las distintas etapas de la vida pretendemos que los ciudadanos sean conscientes de que detectar cualquier anomalía visual a tiempo puede evitar un problema ocular más grave en el futuro, y esto es especialmente importante en los niños”.

Además, como añade la experta, para ello puede resultar de gran ayuda “difundir entre la sociedad las nociones básicas sobre nuestro sistema visual, sus estructuras, su evolución, sus posibles trastornos y las soluciones optométricas que ayudarán a tener una mejor salud visual, y, por tanto, una mejor calidad de vida”.

Con este objetivo, y tomando como referencia el libro La Salud Visual en las distintas etapas de la vida, editado por el Consejo General de Ópticos-Optometristas (CGCOO), la Sociedad Española de Optometría  (SEO) y la Fundación Salud Visual, el Colegio castellanoleonés trasladará a la sociedad todo el conocimiento científico ahí recogido y los consejos básicos que los profesionales sanitarios de la atención primaria de la salud visual consideran fundamentales desde el primer año de vida hasta la ancianidad.

La visión en el primer año de vida: ¿Cómo son sus ojos y cómo ven?

La visión de un recién nacido se sitúa entre el 10 y el 20%, pero el bebé solo tiene capacidad para percibir su entorno de manera borrosa, porque su cerebro no está preparado para procesar la información visual que le llega.

Sus ojos son muy sensibles a la luz brillante, por lo que casi siempre los tienen cerrados, y la mayoría presenta ojos grises o azulados, ya que lo habitual es que el iris no alcance su color permanente entre los 3 y 6 meses. No hay que preocuparse si sus ojos bizquean o se desvían hacia afuera: es lógico hasta que tanto las estructuras oculares como su cerebro se vayan desarrollando y los músculos de sus ojos se fortalezcan. Pasados los seis meses, el bizqueo ya no se puede considerar normal.

¿Qué pueden ver?

En el primer mes, el bebé empieza a enfocar progresivamente objetos que se mueven a su alrededor y puede seguir el recorrido de una fuente de luz, pero no es hasta los dos meses, aproximadamente, cuando empieza a identificar los primeros colores, el rojo y el verde, así como rostros y el volumen de cosas cercanas.

Hacia los tres meses, sus ojos convergen hacia el interior si se le acerca un objeto y distinguen cada vez más los colores, y hasta el medio año de vida, el bebé sigue avanzando en la capacidad de ver un objeto en movimiento y en la profundidad, y ya entonces su cerebro interpreta información visual. A partir de su primer año, el niño va desarrollando áreas como coordinación ojo-mano, seguimiento visual y percepción espacial, y es capaz de señalar un objeto que le llame la atención, así como dar sus primeros pasos.

Pero las estructuras de su ojo van cambiando hasta lograr la visión óptima hacia los 6 o 7 años, un proceso que se conoce con el nombre de emetropización.

Problemas oculares

Los problemas oculares en los bebés pueden ser congénitos o adquiridos después del nacimiento, y en ambos casos, la detección precoz y el tratamiento oportuno son esenciales para evitar una posible discapacidad visual de por vida.

Los ojos se examinan en la primera revisión neonatal para detectar posibles anomalías estructurales, como cataratas congénitas, opacidad de la córnea, ptosis (caída anormal de los párpados) y retinoblastoma, y en cualquiera de estos supuestos, el recién nacido debe ser derivado a un oftalmólogo especializado en pacientes pediátricos.

Las causas de problemas oculares congénitos más frecuentes son los trastornos genéticos (albinismo), las infecciones (rubeola, herpes, varicela…), el alcoholismo materno (hipoplasia del nervio óptico, microoftalmia, coloboma…) o la diabetes materna (hipoplasia del nervio óptico).

Consejos del óptico-optometrista

Con todo, COOCYL insiste en lo importante que resulta someterse a exámenes de la salud visual con regularidad, muy particularmente en el caso de los niños, ya que sus ojos están en constante desarrollo y cambio, y su visión debe ser la mejor posible para poder funcionar adecuadamente en el presente y en el futuro.

Además, hay que tener en cuenta que los ojos son una de las principales fuentes de información del bebé y, por ello, es crucial saber cómo podemos estimular su sentido de la vista, siguiendo, entre otros, los siguientes consejos:

  • Elige una habitación que sea espaciosa y luminosa.
  • El mundo del bebé es un mundo de visión de cerca, y hay que potenciar esta condición. El recién nacido puede ver algo a su lado con su visión periférica, pero su visión central aún se está desarrollando.
  • Juega con él mostrándole objetos que le llamen la atención por ambos lados, para estimular sus dos ojos por igual.
  • Cuando salgas a la calle con tu bebé, protégele del sol con la sombrilla del cochecito, no sólo para prevenir quemaduras cutáneas, sino también para evitar que una luz tan intensa le dañe algunas estructuras del sistema ocular.

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