El sonido de los petardos es cada vez más habitual en celebraciones. Se ha vuelto una tónica general en la noche de fin de año pero no para todos es sinónimo de diversión. La pirotecnia, especialmente cuando se utiliza de forma abusiva, causa problemas de salud a la tercera edad, a quienes padecen enfermedades cardíacas, a las personas con discapacidad cognitiva o neurológica, aquellas con Síndrome de Down o Asperger, bebés y niños y niñas que sufren Trastornos del Espectro Autista o Trastornos Generalizados del Desarrollo. “Ellos lo escuchan como si lo tuviesen dentro de la cabeza. Además de asustarles, les hace mucho daño. Es como si a alguien con fobia a las arañas, le meten en una habitación con miles de ellas”, explicó Sonia Castro de la asociación ‘Autismo Palencia’. “No son ataques de ansiedad, son crisis que alteran la frecuencia cardíaca y que pueden durar días”, lamentó.
Lo cierto es que para ellos, puede tener un gran impacto el ruido de fuegos artificiales, cohetes o petardos pero no son los únicos. Cada año se hacen virales imágenes de perros completamente atemorizados a causa del estruendo. “En su caso, poseen una audición mucho más alta que los humanos y para estas mascotas es como si les tiraran un petardo dentro de casa y sin avisar. Les entra pánico igual que nos ocurriría a cualquiera”, explicó la veterinaria Marian Belloso.
Esto les provoca un estado de nerviosismo altísimo que se puede prolongar durante horas e incluso días. “Muchos perros han echado a correr al oír el ruido y se han perdido o han sido atropellados por un coche”. Lo más temido en el caso de los canes es que, a causa de la ansiedad, se puedan complicar ciertas cardiopatías crónicas o problemas de hipertensión pulmonar. De hecho, el número de llamadas al servicio de urgencias en las clínicas veterinarias se dispara y muchos requieren hospitalización. “Se les descompensa tanto el organismo que pueden morir esa misma noche o al día siguiente. He conocido casos de perros que, intentando huir, se daban golpes contra la pared. Es ahí cuando ves el otro lado de la moneda y ya no es tan divertido”, lamentó Belloso.
Para evitarlo insisten, lo primero es apelar al sentido común de la ciudadanía y tener en cuenta ciertas recomendaciones para minimizar los daños y ayudar a quienes peor lo pasan con el ruido. “Hay cosas que se pueden hacer para calmarles”, aseguró la veterinaria que explicó como, en el caso de los animales, es posible recurrir a una pequeña sedación para “pasar el mal trago”. “Existen complementos alimenticios que contienen valeriana o triptófano con proteínas del extracto de la leche materna que les calma”, explicó la sanitaria aunque remarcó que “no son medicamentos” y que lo más importante es ponerse en manos de profesionales. “Desde las clínicas podemos recomendar una cosa u otra siempre teniendo en cuenta la personalidad y las posibles patologías del perro”. También es cada vez más habitual recurrir a collares especiales o aerosoles con feromonas que contribuyan a que los animales se sientan más seguros.
Al margen de esos pequeños trucos, lo que se recomienda es cerrar las ventanas, bajar las persianas, acudir a la habitación más alejada del exterior y nunca dejarles solos. También poner música funciona, y muy bien, con los niños con síndrome de down o autismo. “De lo poco que se puede hacer es ponerles cascos con música relajante a un volumen relativamente alto”, lamentó Sonia Castro, al tiempo que reconoció que se trata de una noche “muy complicada” para ellos. “Me gustaría pedir un poco más de empatía. Somos conscientes de que hay que celebrar pero también sería bueno tener en cuenta que al tirar un solo petardo, estás provocando que tanto una persona como su familia lo vaya a pasar muy mal durante muchos días. Me parece innecesario”.
Asimismo, Castro criticó que, en general, la ciudadanía lo considere de manera equivocada un problema menos grave de lo que realmente es. “Muchas familias llegan al punto de aislarse e irse a una casa en medio del monte a pasar la noche porque no encuentran otra alternativa”.
Un llamamiento al que se suma el gerente de la asociación ‘Autismo Palencia’, Antonio Arroyo, que también apela a la responsabilidad individual. “Poco a poco se va siendo más consciente del problema. Igual que en la Feria ahora se celebra un ‘día sin ruido’ para que también estos niños puedan disfrutar de las atracciones, creo que es posible buscar alternativas para el uso de la pirotecnia”, explicó. Destacó además, que muchas ciudades europeas ya han dado pasos en este sentido recurriendo a los fuegos artificiales silenciosos. “Si a todos nos molesta cuando pasa una ambulancia o una moto, hay que pensar que ellos lo escuchan multiplicado por 100 y muchas familias tienen que acabar llevando a los niños a Urgencias. Sabemos que es complicado pero no hace falta hacer tanto ruido para celebrar. Es cuestión de mentalizarse”, concluyó.
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