El cordero lechal, conocido en Castilla y León como lechazo y considerado uno de los principales pilares de la gastronomía regional, es esencialmente plato de restaurantes. Tras cerrar estos establecimientos en acatamiento de las medidas de seguridad decretadas por el Gobierno para el control de la expansión del coronavirus, estos animales se hacinan en las explotaciones ovinas de toda Castilla y León generando un colapso que preocupa seriamente a los ganaderos. Se da además la circunstancia de que en unas semanas llega la paridera de primavera, la época del año con mayor producción.
COAG Castilla y León ha constatado la existencia del referido problema en granjas de Zamora (principal provincia productora de ovino de toda la región) y en Palencia, pero sus datos testifican que este hecho está sucediendo en toda la Comunidad. Pide por ello que se arbitren las medidas necesarias para ayudar a los productores que sumarían esta crisis a la que les ocasiona la sanitaria que vive España.
Además, en Castilla y León, primera comunidad productora nacional, la producción de cordero ya cayó más de un 6 por ciento el año pasado y un 12 por ciento el número de sacrificios. En toda España el consumo de carne de ovino se desplomó un 40 por ciento en la última década.
Los compradores han dejado de adquirir estos animales a los ganaderos que tienen que mantenerlos en sus granjas con los pertinentes gastos de alimentación que ello significa y que supone un enorme coste añadido. Recordemos que el lechazo se alimenta solamente de leche de la madre y que antes de comenzar su ciclo de alimentación variada es retirado de las granjas para el sacrificio y la posterior distribución a los establecimientos para su consumo, principalmente restaurantes y, en menor medida, las carnicerías.
Los ganaderos apuntan dos medidas para afrontar el problema pero ambas son tremendamente onerosas, por lo que requieren del apoyo de las administraciones para llevarlas a efecto. Un sería el almacenamiento, congelando la canal hasta que el tiempo escampe, pero tanto el inmovilizado como la pérdida de valor, dado que el producto no podría ser vendido como fresco, supondría un gran trastorno económico. Otra de las soluciones sería el engorde para la exportación a los países árabes, grandes interesados en obtener estos productos pero ello también ocasionaría los pertinentes gastos añadidos.
“Y no olvidemos que los ganaderos están lejos de poder acogerse en las medidas económicas decretadas por el Gobierno para atajar la crisis económica que derivará del coronavirus, dado que las granjas tienen otros ingresos, (venta de leche, por ejemplo) por lo que es prácticamente imposible cumplir con el requisito de ver mermada su facturación un 75 por ciento de la actividad habitual. Tampoco parece que la vía de incrementar el endeudamiento sea una opción, en un sector que lleva acumulando varios años de pérdidas”, zanjan desde COAG.