Menos ataques, pero más mortíferos. Esa es la conclusión que se desprende de los datos provisionales anunciados por la Consejería de Medio Ambiente sobre los ataques de lobo al sur del Duero.
Según anunció la pasada semana el consejero titular, Juan Carlos Suárez-Quiñones, durante los cuatro primeros meses del 2017, Castilla y León registró 442 ataques frente a los 476 contabilizados en el mismo periodo del año anterior, que venía sufriendo un incremento constante desde el año 2008.
En concreto, en Zamora se han producido 11 ataques frente a los 33 en el mismo periodo de 2016 (un descenso de algo más de un 66 %). Asimismo, respecto al número de cabezas de ganado muertas, Zamora fue la provincia con un mayor descenso pasando de 126 reses a 66 (un 47,6 % menos).
Pese al pronunciado descenso de ataques y bajas, este lunes el delegado territorial de la Junta de Castilla y León se mostraba precavido: “Hay que se prudente en todas las actuaciones y más en las de un animal como es el lobo […] Sí que hemos visto un cambio de lo que se podía prever, tuvimos un año complicado en 2016, hemos arrancado con unos buenos datos en 2017, principalmente por dos causas según dicen los técnicos: la acción directa de los elementos de control que se han realizado en el año anterior y luego también, muy importante, la acción de protección que están realizando los ganaderos”, señalaba.
Un “cambio de actitud” que está provocando que “el lobo lo tenga más difícil e intente cambiar de hábito”, según analizaba el delegado. “Me quedo con el dato positivo, no cantemos victoria. Es importante seguir con una acción directa y constante durante los 365 días al año […] Vamos a ser prudentes y seguir trabajado para que sigamos teniendo buenos datos”, concluía.