Fernando Valera, a los candidatos al diaconado permanente: "Sois el rostro vivo de Cristo servidor"

Cuatro laicos celebraron el rito de admisión a la sagrada orden del diaconado permanente

Cuatro laicos celebraron el rito de admisión a la sagrada orden del diaconado permanente
Cuatro laicos celebraron el rito de admisión a la sagrada orden del diaconado permanente

Cuatro laicos de la diócesis de Zamora celebraron el rito de admisión a la sagrada orden del diaconado permanente el 24 de junio, a las 19.00 horas, en la iglesia de San Ildefonso de Zamora. Presidió Fernando Valera, obispo de Zamora, en un templo en el que concelebraron una veintena de sacerdotes acompañados por dos diáconos permanentes y las familias, amigos y comunidades de los candidatos al diaconado permanente.

Este rito es la celebración previa al diaconado y se realiza cuando consta que los aspirantes han alcanzado la madurez suficiente y demostrado las dotes necesarias, a juicio tanto del candidato, que lo manifiesta públicamente en esta celebración, como de la Iglesia, que en la persona del obispo acepta la petición de admisión.

Fernando Valera centró su homilía en la experiencia espiritual de Juan Bautista, que precedió la venida del Mesías “predicando un bautismo de conversión” al pueblo de Israel. Para el obispo “es difícil hacer el trabajo para que otro sea el protagonista. Juan era un hombre (el último profeta) fuerte, que llegaba al corazón de la gente”, pero solo era la voz que gritaba en el desierto para preparar el camino del Señor. “Es la vocación del diácono, preparar el corazón del pueblo para el encuentro con el Señor de la vida y el amor” indicó el obispo.

Haciendo referencia a su visita pastoral a Sayago, concretamente a Pereruela, Fernando Valera mencionó la puerta del sagrario en la que estaba Juan Bautista señalando el Cordero y apuntó que, como Juan, “el diácono es el que discierne quien es el Señor, el que viene tras de él, el testigo".

Añadió el obispo que “ser diácono es ser pequeño, arrodillarse al modo de Jesús ante los pies de los demás. Juan sufrió la cárcel, sufrió la oscuridad de la celda, la oscuridad del corazón” y a Juan le asaltaron las dudas, afirmó el obispo, pero le mantuvo la gracia que le permitió reconocer que allí estaba el Señor, “el cordero que quita el pecado del mundo”.

Apuntó Fernando Valera que la Iglesia de Zamora “necesita personas enamoradas de Jesús, no superhombres, sino creyentes humildes, sencillos, llenos de pasión por el Evangelio” y para eso “es necesaria una profunda vida espiritual, injertada en Cristo”. "Como candidatos al ministerio del diaconado, pertenecéis a la Iglesia, sois el rostro vivo de Cristo servidor en el mundo”. Quiso recordar también a las familias de los candidatos, donde se hace presente también Jesús de manera especial, colmándolas de felicidad, de gratuidad y alegría.

Terminada la homilía, el pastor preguntó públicamente a Miguel Ángel Conejo, a Ignacio Enríquez, a Carlos Alberto Coria y a Ramón Pérez, si querían formar su espíritu para servir al Señor y a la Iglesia como diáconos permanentes. Al escuchar su respuesta afirmativa, Fernando Valera pidió a Dios que llevara a fin este noble propósito de los candidatos.

La celebración continuó con la alegría de una Iglesia que va viendo cómo el ministerio del diaconado permanente se va consolidando en nuestras comunidades cristianas, enriquecidas con su servicio a la Palabra, a la Liturgia y a la Caridad.

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